Por el placer de estar juntas hacemos juegos con palabras. Nos reunimos una vez por semana y entre café y cosas ricas, creamos letras en libertad.

viernes, 31 de diciembre de 2010

A todo el planeta


Que en el

2 0 1 1

llegue



PAZ AMOR

SALUD TRABAJO

FE ESPERANZA



Es el deseo de Birlibirloqueras.
Siempre, por el placer de estar juntas.


¡FELICIDADES!

domingo, 7 de noviembre de 2010

Birilibirloqueras informa

Manuela Sáenz * con la
Condecoración Caballeresca del Sol
otorgada por el General José de San Martín





no sé y quiero saber
como un pájaro sabio
y sin llanto

cuándo
el misterio de la revolución
renovó tu cansancio


Con este poema y algunos más, tan hermosos como éste, nuestra Cecilia Ortiz ha ganado el primer premio de poesía, (Condecoración al Mérito Literario Libertadora Manuela Sáenz) en el Primer concurso Asociación Escritoras Contemporáneas del Ecuador-Agosto 2010 Oficio 305 AECE.
Y nosotras, sus amigas del Birlibirloque, nos sentimos orgullosas con la distinción y, desde nuestro blog, queremos saludarla dándole todo nuestro cariño y deseándole que sigan lloviendo los premios, que bien se lo merece!!!




Birlibirloque



*Manuela Sáenz (1797 Ecuador- 1856 Perú)
Es sin duda uno de los personajes más interesantes de las guerras de independencia de América del Sur. Su relación con Simón Bolívar no opaca sus propios méritos personales, como una de las grandes defensoras de la independencia de los países sudamericanos y como una de las más destacadas y avanzadas defensoras de los derechos de la mujer.

jueves, 9 de septiembre de 2010

Juntas








-¡Más juntas que no entramos todas!
los cuerpos
se aproximan
se compactan
se hacen uno
el instante queda plasmado sobre el papel que brilla
como las miradas
detrás de tantas historias

podemos escuchar las voces desde nuestro mundo
ése que juntas creamos
y la magia perdura
el momento está allí vive en una dimensión
llega hasta la niña que aburrida revuelve una caja
con algunas fotos antiguas olvidadas por el tiempo
-¿Quiénes son estas señoras mamá?
- Son amigas de mi bisabuela
- Y cuál es tu bisabuela?

Sonreímos desde nuestra estrella
volvemos a la vida por los ojos de otros
a veces nos descubren
y estamos siempre juntas fundidas en un escándalo de serenidad


© Erica Schwörer
28/7/10

® Birlibirloque



Este texto corresponde a la foto: Juntas celebrando el Día del Amigo.

Gracias Erica!!!


Sólo con escuchar el aleteo de las horas..








...supo que se estaba aproximando. Era muy tarde en la noche cuando comenzó el viaje. Cerró los ojos. No deseaba volver pero un sentimiento de urgencia lo aproximaba a encontrar los restos de su niñez marchitándose en los rincones de la casa, que ya no albergaba los abrazos de sus hermanos.
La memoria retrocedía a aquella mañana cuando la madre descubrió que Marta se había ido, con unas pocas cosas en un bolsito y dejando unas líneas apuradas en un papel de cuaderno. Las rayas, el margen y la letra pequeña, azul de ella. Las palabras las había borrado la pena. Recordaba también el llanto de la madre, el enojo del padre, su propio desconcierto y el de sus hermanos –levantados de madrugada, en calzoncillos, con los ojos llenos de sueño y estupor. Salieron en su busca pero después de muchas horas volvieron derrotados y tristes. El campo inmenso había borrado las señales. Habían alertado al comisario, pero fue trivial el gesto, tampoco ellos la encontraron. Entonces el padre decidió que había que olvidar. Y trataron. Pero algo se había quebrado en todos. Ya no eran la misma gente. El padre se volvió más hosco, la madre más melancólica y los hermanos se fueron desapegando uno del otro. Hasta el silbato del tren se oía lloroso. Ya no era aquel sonido alegre que cruzaba sus vidas, dos veces al día.
Abrió la vieja tranquera con mano nerviosa. Y la cerró nuevamente. Los viejos hábitos lo conducían como si los diez años lejos de allí no existieran en este retorno.
Un perro ladró en la distancia. Quizás los fantasmas de la culpa que sentía lo esperaban.
El sonido del pasto escarchado acompañaba sus pasos. Y las luces del día iban aclarando la escena. A lo lejos, la vieja casa se inclinaba un poco hacia un costado. El sauce llorón y los demás árboles seguían temblando al compás del viento suave.
Se acercó a la puerta, estaba entreabierta, la empujó levemente y se asomó con cuidado...

La penumbra apenas dejaba adivinar los viejos muebles y un pequeño viento agitando una hoguera provenía de la cocina.
Un temor casi reverencial se iba deslizando hacia adentro. Y ya en el marco de la puerta un hombre alto y flaco, de barba descuidada lo miraba curioso. Ambos se observaron. Ambos se preguntaban quién sería el otro, pero no se hablaron. Un leve tic en el ojo izquierdo del intruso daba vida a esta vieja fotografía que perdía foco como para darle lugar a la memoria. Iba pasando el momento al compás del humo que invadía la estancia.
El hombre flaco entonces se acercó al recién llegado, le puso una mano en el hombro y con una mueca que podía ser una bienvenida afirmó: -Marcelo Souza, ¡era tiempo!

¡Corten! -gritó el director-. Se copia. •



© Carolina Menapace
28-04-10 /11-05-10

® Birlibirloque

La hora está ahi








Miro el cielo, mientras te espero
la desazón y la tormenta me envuelven.
Sé que estoy sola.
Y la hora está ahí.


Tu ausencia inesperada
repite sin piedad en mis entrañas
-nosotros buscaremos un destino-
Sueños repentinos de verano


Ignoro donde está el cielo esperado
el brillo de tus ojos
tu voz susurrando
- gritos y arrebatos-
tus labios en mi cara.

Me hundo en un mar profundo
A tientas espero
el tiempo que trascurre implacable
y la hora está ahí


© Remedios Pernas
20 /8 / 10
® Birlibirloque

Encuentro raro










Al doblar la esquina se da cuenta que algo no anda bien. La ventana del dormitorio de su padre está cerrada y a esa hora no debe ser así.
“Tal vez se cortó la soga de la persiana”, pero aceleró el paso para constatarlo.
Cuando llega a la casa, la puerta está abierta, se agita su corazón en alerta, pero su mente la tranquiliza con posibles razones.
Se dirige al primer piso:” Papá!” “Papá!” El padre la encuentra en la escalera:”Vamos”, le dice y baja, ella lo sigue, sonriente y preocupada, ya comenzaba un regaño. Pero él la interrumpe, “Vamos, te vas a tu casa, y lo haces ya!”
“Pero la puerta está abierta, papá, y es peligroso.” “Por eso te vas, y vienes en media hora, hija”.
Ella llora,” yo de acá no me muevo”, mira a su alrededor. Desde donde están puede ver a alguien tirado en la cocina, lleva puestas las pantuflas de su padre y el pijama que le regaló. Es la indumentaria para esta hora, y es la que porta su padre al gritarle: “Te vas ahora, por tu vida! Ya!”
Llora y sale corriendo, no entiende pero va por ayuda.
La policía llega rápido, encuentra a un ladrón armado, la casa revuelta y al padre en la cocina, en pijamas, en pantuflas, en un charco de sangre.




©Irma Acuña



® Birlibirloque

Penumbra










El viento gime y se cuela por la hendija de la puerta; la luz de pronto se apaga y la oscuridad nos envuelve.
Retumban sordos los truenos, el cielo se parte a gritos en geométricos refucilos.
Lloran los niños pidiendo luz.
Con desgano prendo una vela roja, perfumada, de alta y dorada llama.
Una ráfaga helada la hace parpadear un instante, chisporrotea, resiste, ríen y aplauden los niños, yo busco un rincón de sombras para perderme y soñar.


© Myrta Zweifel
02/06/10

® Birlibirloque

Lo oculto








Mi infancia había transcurrido entre Capital y Provincia, pero siempre habitamos casas, nunca departamentos.
Después de unos años de matrimonio, compramos un departamento y tuvimos que adaptarnos a vivir en un edificio con gente diversa…
Acababa de sonar el timbre, y eché un vistazo por la mirilla. No se veía a nadie, por lo que continué con mis ocupaciones. Nuevamente sonó el timbre. Mi hijo pequeño miro por el agujero de la cerradura y muerto de risa exclamó: “¡Es Dysneylandia!”, abrió la puerta y era María Amelia, una nueva vecina, de mediana edad, pelo canoso, de andar escorado, y con una característica que al chico no se le había pasado por alto. Era enana. Según me enteré por su propia boca, procedía de una familia de clase alta, vivían en Barrio Norte, tenía cinco hermanos y había permanecido encerrada en la casa paterna desde siempre. Oculta a las miradas de familiares y amistades…
Tenía mal genio y se enojaba por cualquier motivo, pero vivía agradeciendo a los vecinos que la trataran como a uno más. Tanta era la discriminación que había sufrido.
En su departamento, que insistió para que lo conociera, tenía banquitos que usaba para todos los menesteres: hacer la cama, llenar el lavarropas, cocinar, acomodar el placard, etc. Pero tenía uno preferido que era plegadizo y usaba para ir a los conciertos. Adoraba la música clásica. Venía a verme con cualquier excusa, pedir algún ingrediente de cocina, o lo que se le ocurriera, el objetivo era charlar de cualquier tema.
Me contaba de su triste infancia, de sus hermanos, uno era juez, que la obligaban a esconderse para recibir a sus amigos. De la ancianidad de sus padres, a los que cuidó con una dedicación increíble, trepada a sus útiles banquitos, hasta el final de sus vidas.
Al morir los padres, sus hermanos decidieron vender la casa.
Compraron una vivienda en el edificio donde yo vivía, y la llevaron a vivir allí.
Era tan ingenua como un niño, y a veces entablaba relaciones con mujeres que conocía ocasionalmente, las invitaba a visitarla, casi siempre le acarreaban disgustos o le robaban.
Los hermanos no la visitaban. Su hermana mujer era una bruja con rodete, cejas altas, cara avinagrada y modales de patrona de estancia.
Cuando María Amelia enfermó, la hermana puso su dedo en mi timbre, con una urgencia prepotente, para avisarme que la llevaba a internar al Hospital.
Permaneció internada mucho tiempo, y más tarde la trasladaron a vivir a un Hogar de Ancianos, donde terminó su vida. No puedo olvidar que al día siguiente de estar internada, tan mal, vino su hermana con una mudadota y se llevó todo, vació el departamento, hasta los banquitos…



© Lidia A. González

® Birlibirloque




Palabras de colores









María Elsa viaja a menudo, con la imaginación o de otro modo.


Cuando regrese, desde su cuaderno de notas brotará el texto.


Sin dudas.



Birlibirloque

Lo perdido







La casa estaba en una isla. Ellos, miraban por la ventana. Sabían que, al salir de la casa se terminaba el sueño. Había sido una sorpresa soñar lo mismo y mantenerlo por varias noches.
Uno de los dos fue el traidor que al pasear por la playa deshizo el sueño.
Los dos, añoraron lo perdido.
Continuaron abrazados sobre el lecho, dormían y soñaban. juntos. Algunas veces perdían un sueño.
La casa en la isla se negaba a ellos.
Él, pensaba que ella era la traidora; ella, estaba segura de que era él.
Una noche, el letargo de ambos se dividió, cada uno continuó libre de la ensoñación del otro.
De madrugada, el traidor desapareció, llevándose su fantasía. Ella soñaba que estaba sola, en una cama cubierta de pétalos rojos.
El sueño perdía forma, era menos que un anhelo; mientras el despertador la volvía a la realidad.
Ya despierta tuvo la sensación de haber soñado. Al abrir la ventana, vio sobre el piso, junto a su cama, un pétalo rojo, fresco. Lo guardó junto con los otros.
Sus cajones estaban llenos de trozos de sueños.





© Cecilia Ortiz

® Birlibirloque

viernes, 2 de julio de 2010

Vagabundo







Del alto muro desolado se desliza un hilo.
Cordón umbilical y soga funesta que al llegar finalmente, tercamente al suelo
se enrosca en víbora huye hacia la selva, su morada.
El muro enceguecido vuelve a deslizar un hilo que arrastra al tiempo creando
la imagen única del arte.
Bajó entonces una mariposa a un lugar oscuro y penetró esa imagen.
Y el momento desapareció.

El adulto dibuja un niño que vivió en la enigmática China.
Tiene sombrero amarillo y ojos torcidos. Sonríe desde el papel con sombrías intenciones. Manchas rojas mitigan la esperanza y la justicia.

Cuando compre un espejo para el baño, miraré mis ojos tratando de conocer las sigilosas sensaciones, los encubiertos caminos de la sangre.
La memoria.
Mientras tanto te miro de reojo en los vidrios de las calles.
Y así transcurro.



© Carolina Menapace

® Birlibirloque

Cerrar la puerta











Cierro la puerta
un suspiro escapa de mi pecho
mi refugio me espera escaleras arriba
abandono en cada escalón los sinsabores del día
Don Gato baja con su andar cadencioso
mientras emite un maullido prolongado
extiendo la mano dejándole
una caricia escondida en el lomo.
El gran mundo ,
la otra vida quedó fuera ,
¡ hoy no la dejo entrar!
el frío pretende colarse por las rendijas
prendo todas las estufas
la noche se instala sin permiso
enciendo todas las luces
el silencio intenta atrapar un hilo de nostalgia
lleno la casa de todos los sonidos
bailo con el gato , abrazo al perro
hago una sopa, tuesto el pan ,
saboreo un trozo de queso
me sirvo una copa de vino……. y brindo
brindo ¡¡por mi hogar!!





© Erica Schworer
01/06/2010

® Birlibirloque

Tormenta





Olivos hecha trueno y piedra

Cae agua enojada
hecha piedra que alarma y muerde
me inquieta…
Abro la mirada oscura y ciega
un agua de piedra rompe mi losa
un rayo de luz atraviesa mi alma
inunda de plasticidad y oxigeno
esta tanática inmovilidad
la desesperación patea la piedra
salgo.
Rompo el mantel que me cubre
prefiero la desnudez impúdica y descalza
al lienzo amortajante que me asusta
cae agua enojada y fría
hecha piedra que lastima
bueno es que rompa la losa
malo que rompa mi hueso
busco refugio para el cráneo en peligro
bajo el ala marmórea de un ángel
que ya cobija el cuerpo vagabundo
de quien al verme ladra y lame mi mano
aunque no sea yo a quien espera.
lo abrazo con frío y miedo
esperando nada,
porque su milagro no se hizo.
Pero el mío sí.


© Irma Acuña
Mayo 10
® Birlibirloque

Balada de la anciana enamorada










Ella era una anciana que comía sola
cantaba, tejía, a ratos rezaba.
En la vieja casa sin un descendiente
entrevió una noche el fin del viaje.

Entreabierto el pecho, cruzando las calles,
harta de morir la vida, o vivir la muerte,
Lo halló en la farmacia, reposado y serio
de sus ojos grises se quedó cautiva

Sin una pregunta, se puso en sus manos;
tres veces al día, junto a un vaso de agua,
se oficiaba el rito, con una gragea
que la sanaría…

El color volvió a su viejo rostro.
¡Estaba tan cerca! Con cruzar la calle
y verlo tan guapo

Firmó los papeles, en todo de acuerdo
con el boticario, con el escribano.
Y murió su muerte con una sonrisa, tan enamorada,
tan enamorada



© Lidia A. González

® Birlibirloque

Zuecos de bronce










Llega Julio con sus zuecos de bronce, se sienta en la silla cómoda, se saca los mismos y sonríe frotándose con deleite los pies.

Está en el parque, donde representa a un holandés contador de cuentos, para los niños y no tan niños, que, con atención esmerada lo esperan todos los sábados.
Les lleva caramelos, muñecos, otros chiches, incluso barriletes fantasiosos.

¿Han visto que hermosos modelos hay?

Hay un lugar en el Paseo , donde los artesanos los muestran y venden . Al mirarlos se elevan los sueños al cielo.

Los niños son de las zonas más pobres, por eso Julio se esmera, con su nariz colorada y sombrero vistoso, cantando además hermosas canciones, enseñando a los chicos que con poco basta para hacer que un niño sonría.

© Maria Elsa Bravo

® Birlibirloque

El pájaro enjaulado








Yo amaba a esa muchacha que sentada al sol en su pequeño jardín, tejía plácidamente una carpeta al crochet.
La quería porque nunca trató de atraparme, solo lo hizo un tórrido día de verano en que siendo casi un pichón caí medio muerto al pie del duraznero, ella vino en mi auxilio y con mucha paciencia a pesar de mi resistencia me tomó entre sus manos y me depositó adentro de una lata con agua que había colocado en la horqueta del árbol, para los pajaritos.
Bebí con desesperación, me di un baño aleteando y luego esponjé mis plumas posada en una rama..
Desde ese día volvía al jardín todas las tardes porque ella me llamaba diciéndome ¡Filomela.....
Siempre llegaba por detrás de su cabeza rozándole el pelo con un ala, ella reía y yo después de picotear un trozo de grasa que dejaba colgado de una rama del duraznero, me posaba en las ramas bajas de un jazmín cambray y la escuchaba atentamente cuando me leía en voz alta la historia de Progne y Filomela, dos hermanas convertidas por los dioses para salvarlas de un rey malvado, una en calandria y la otra en golondrina.
Nuestro amor era un amor distante y respetuoso, jamás trató de atraparme y yo caminaba por el pasto con mi paso alerta y ligero. Me dijo que se llamaba Pomona, como la primavera; yo desgranaba para ella las más bellas melodías de mi repertorio ¡Cómo reía al oír mi canto y las imitaciones que hacia de las demás aves canoras!
Ya no nos veremos más, un alma cruel me sorprendió y me encerró en esta jaula sin saber que una calandria no puede vivir en cautiverio.
Ahora voy a morir, pero después volare libre hasta ella, para acariciar sus rizos con un ala y quizá la oiga murmurar dulcemente ¡Filomela…!.



© Myrta Zweifel
Olivos
® Birlibirloque

La despedida






Debajo del papel veo una niña triste y confundida. Mira extrañada la casa asolada.
Sus largas trenzas recién peinadas y con lazos color del cielo, mojan suavemente la espalda.
La familia, en ese momento prepara la partida a América.
En el ir y venir de sus padres, ella hace preguntas, que nadie contesta. Ve seis maletas abiertas como grandes bocas hambrientas deseosas de engullir el equipaje. El ropero vacío; en el comedor falta la larga mesa, las sillas y el armario; donde guardaban la vajilla. Sobre las camas prolijamente extendida, la ropa destinada para el viaje.
En la mesa de la cocina su padre ordena papeles, le llama la atención cuatro pequeños libros de tapas verdes y con letras doradas, lee despacio ESPAÑA - PASAPORTE, curiosa, mira el interior, no logra descifrar la letra, da vuelta las hojas y aparece la fotografía de sus padres y en otra hoja está la de ella, el padre se la saca de las manos, y los guarda en la pequeña maleta.
¿Por qué lloran? Ella pregunta mirando como entran y salen los vecinos, ajena a tanto dolor, se asoma a la ventana en la que tantas veces vio nevar, sus hermanos con los amigos cargan ramas y las colocan en un montón, esa noche es la gran fogata de San Juan. Baja las escaleras corriendo espera encontrar a sus amigas en el barrio, el gran patio, en que los PICAROS enciman los leños para prender esa noche, sin saber que ellos no compartirán el festejo.
Busca en la confusión a sus amigas, las llama Hildaaaa Chelitoooo, ¡No están¡ se lamenta.
Las trenzas están secas, vuelve a la casa, Graciela, la amiga de su hermana, llorando la besa ¡sube¡ le ordena Edelmira, con lágrimas en los ojos, te tienes que cambiar
El vestido verde con bordados en la falda, la espera sobre la cama.
Mondoñedo está triste, toda la familia de Inocente se va.
La niña de largas trenzas, piensa en ese avión que volando como un pájaro los llevará a la tierra prometida.
La noche de San Juan se aproxima, el sol se escondió tras las montañas,
Sus rosadas mejillas se mojan de tristeza, la ausencia de sus amigas ensombrecen su alegría, no tiene con quien compartir la triste despedida.



© Remedios Pernas
26 / 3 / 10
® Birlibirloque

Imágenes de la memoria







Sólo recuerdo que la muñeca no cerraba los ojos.
Para cerciorarme de que estuviera dormida, cuando iba a la cama por mandato paterno, la ponía boca abajo, para que al menos no me viera dar vueltas como una marioneta.
Mi muñeca desapareció en alguna mudanza y llegué a la nueva casa sin ella.
Bajo un manzano contemplé lo que sería mi nuevo hogar.
Aún hoy contemplo la casona entre árboles más viejos que ella.
Me preguntaste, y en esta foto quienes están.
¿Quiénes?
No puedo decirte que lo sé. Me inventé una historia familiar cuando desaparecieron los que estaban posando para quedar por siempre. Quedar por siempre me suena a mucho tiempo.
No lo sé, contesto.
Por qué la guardas, entonces.
No la guardo, está por alguna razón. Me la habrá enviado alguien, luego de verme en tantas películas. Me imagino que habrá pensado que me gustaría.
Desempolvo la fotografía y la miro.
Sonrío.
Qué otra cosa se puede hacer sobre el polvo de las cosas.
El tiempo solo me ha dejado arrugas infinitas y una certeza de haber sido la mejor.
Ya nadie recuerda lo que fui.
Y los recuerdos no tienen movimiento. Ocupan un espacio. Que de tanto en tanto se inquieta y deja un trazo, leve, sobre el día que vivo.
La muñeca no cerraba los ojos.
Yo, ahora tampoco, me trago las visones para sentirme viva, vieja, pero viva.
Te alejas. Siempre te alejas y veo tu espalda que me habla. Me dices que eres lo único que tengo.
La muñeca y yo somos casi lo mismo. Dos formas estáticas, una plasmada en papel senil y yo, suspirando a la espera de reencontrar a los míos, en algún lugar de no sé dónde.



© Cecilia Ortiz

® Birlibirloque

jueves, 8 de abril de 2010

Levantaste el papel donde escribías







.

al comienzo era apenas un punto
tan pequeño e insignificante
como esa sensación que te invadía
al contemplar el infinito cielo de una noche estrellada.

¿

levantaste nuevamente el papel
y junto al punto hallaste un gran signo de interrogación
formabas parte de este mundo,
sin entender bien porqué estabas en él
¡qué extraño designio te había creado!
Preguntaste, leíste, buscaste,
escuchaste muchas respuestas, ninguna te convenció,
nadie logró explicarte NADA

¿ ¿ ¿
enojada levantaste muchas veces el papel
solo hallabas el punto en medio de un confuso laberinto de
palabras, de símbolos, de voces
la verdad no estaba allí, tendrías que buscar en otro sitio


? ? ?


después de un largo tiempo levantaste otra vez el papel,
el caos había desaparecido, el punto seguía en el mismo sitio
pero detrás de él se extendía una línea hermosamente recta
que se dirigía serena hacia el horizonte

._____________________


© Erica Schworer
22/03/2010

®Birlibirloque

Un paso al otro lado








El no puso jamás un pie del otro lado.
Más no puede dejar de pensar en ello.
Se encuentra en el tramo final de su vida. Su andar es vacilante y el agobio de los años le curva la espada.
En procura de un rayo de sol, busca una mesa libre en la vereda del Bar “Walkiria”. La encuentra y acomoda sus huesos en una silla y entrecerrando los ojos , en un sopor oscilando entre el sueño y la fatiga, revuelve en el baúl de los recuerdos…
La imagen de Angélica, niña, se hace nítida, con sus trenzas doradas, pecosa y blanca como la leche.
Piensa en su infancia, la escuela, los amigos del barrio, compinches con los que ya adolescentes descubrirían los secretos del sexo…
Los bailes en el club. La casa paterna que el viejo había levantado con sus propias manos, y su madre cultivando rosas y arvejillas de todos los colores.
Esa misma casa, que compartía con su hermana hasta que falleció , y donde aún vive,
está sitiada por el deterioro, las hormigas y los yuyos.
Se palpa el bolsillo asegurándose que tiene con que pagar, sus ingresos son magros y apenas le alcanzan para subsistir.
En otros tiempos se encontraba con amigos, ya casi no le quedan .
Esta mañana le dieron la noticia que había muerto Angélica, su compañera de escuela y de juegos…
Abre sus ojillos cansados y contempla el ir y venir de la gente por la avenida, bebe un sorbo de agua y cae en la cuenta que así, mirando a los otros se le fue escurriendo la vida. Pronto, lo sabe, pondrá su pié en ese lugar desconocido que lo perturba.
Un hondo suspiro escapa de su boca, mientras se pregunta porqué nunca le dijo a Angélica que la amaba.



© Lidia A. Gonzáles

® Birlibirloque

Siempre me asaltan pensamientos apurados








De cara al sol, enceguecida por el amarillo que disemina
olvidada de mí y concentrada pregunto y alguien responde por ahí,
¿Para qué las naves espaciales?
-Para seguir intentado el ejercicio de la imaginación y de la palabra.

¿Para qué caminar largas cuadras como si de esa forma buscara el futuro?
- para que la sangre siga circulando y la cabeza pueda girar en la memoria.

¿Para qué tomo café?
-para disfrutar... disfrutar... ver pasar a otros... oír los ruidos... sentir los olores de la tarde,
de la mañana.

¿Para qué seguir implorando?
-para despejar el alma de su profunda tristeza.

¿Para qué el amor?
-para acercarnos a El y alejarnos de la muerte.

¿Para qué este vaso de agua?
- para ahogar la sed de mi sistema.

¿Para qué todo?
-supongo que para vivir.




© Carolina Menapace

® Birlibirloque

Volar por las orillas








Volar por las orillas
dormir en el pasto duro
cantar los sueños y a grito pelado
vociferar contra los desdenes
celebrar las melodías inventadas con la luna
bostezar frente a los actos
atragantarse con alegría, aromas, dibujos, sonidos
airar la vida con ojos de la realidad
une a poetas y locos/locas

Son atraídos con singular ternura
aquellos que pueden elevarse en la noche
y correr tras las estrellas
subirse a unos claros ojos, soñar en la mirada
de unos oscuros.

Los que deshacen lo real
son sus desaciertos,
los abandonados, los miserables imprescindibles
los convencidos de que la Plaza de Mayo es un museo
y que a veces, de vez en cuando, es posible ser feliz
que tu pueblo está para triunfar
Ee río para ser un vergel.

El común trata de loco, locas a quienes salen de los límites
El loco Juan. La loca esa. El loco Fermín. El loco Francisco
Los locos de remate
Las locas de atar
Las locas de amor
Le dicen.



© María Elsa Bravo

® Birlibirloque

La cámara se detuvo









La joven pareja, admirada y aclamada, desfila por la calles de Dallas en un descapotable.
La muchedumbre los aplaude y ovaciona.
De pronto.
Un certero disparo deja sin vida al flamante presidente.
Gritos de dolor y desconcierto irrumpen el ambiente festivo, la sangrienta escena, dejó sin aliento a los presentes, que miran atónitos.
El mundo entero se siente conmovido
Él, un joven líder admirado por el impulso de sus ideas.
Ella la esposa perfecta, madre de dos pequeños, fruto de su matrimonio con el hombre más admirado de los EE.UU. Distinguida, elegante, viste un clásico trajecito Chanel, completa su atuendo con un sombrero que enmarca su hermoso rostro.
Ese funesto día una mente macabra sesga la vida de uno de los hombres más significativos de la historia mundial. De él dependen grandes decisiones que en ese preciso instante quedan truncas.
La joven pareja llena de glamour y popularidad, es sorprendida por un inesperado ataque. Un franco tirador.
El trajecito Chanel, rosa pálido, quedó estampado de rojo, sangre de su amado esposo que yace sin vida en su regazo.
El sicario que disparó se lavó las manos, indiferente al hecho cometido, se cepilló el traje, para luego perderse entre la multitud que consternada y sorprendida, presencia el brutal ataque.
La cámara se detuvo…. sobre el asiento trasero del descapotable, registrando para la inmortalidad la patética escena.




© Remedios Pernas
5 / 7 / 09
® Birlibirloque

Amar a Dios





Gemelos en su amor a Dios.
Le reza uno en sus altares

La púrpura modorra de su verbo,
conoce de mirar hacia otros lares,
¡“Tu vida peligra”! advierte al degollado.
Infinito el tiempo que robó a ese ser
… es su forma de vivir en el poder.

El otro, en cambio, rodeado de Dios vive
en la pobreza jugado, entregado convive.
Bendiciendo manos de trabajador con hambre
es para el gobierno, un verdadero calambre.

Es un hombre de gran estatura,
que su amor fastidia al que está en la altura,
reconforta al sin abrigo,
y sacude al distraído.

Sus palabras, claro, que al poder molestan
porque el nunca está en la fiesta.
Su oficio y gozo es dar su emoción,
a quien navega en la inanición.





© Irma Acuña

® Birlibirloque

Pecesitos de colores





-Uy, viene para acá.
-No tengas miedo, es solo una mujer- la anciana se acercaba sonriendo.
-Déjame que te adivine la suerte, linda.
-Mientras no me des malas noticias- y le había extendido la mano.
La gitana le pasó un dedo por la palma -Has tenido una buena vida pero- había agregado palideciendo -cuando eras joven te fuiste de este mundo.
-Si, pero volví, mi hijo venía con dos vueltas de cordón alrededor del cuello, la partera lo zafó pero tuve una hemorragia que no podían contener y abandone mi cuerpo.
-Te hicieron regresar.
-Si, llegué a un lugar luminoso, había personas que me llamaban...
-Pero aun no debías estar allí.
-Es cierto -había murmurado secándose una lagrima- sentía tanta paz, pero alguien me dijo que acá me necesitaban y que debía volver.
-No era tu tiempo aún.
-Por eso regresé, la hemorragia se detuvo cuando la vieja Asunción hizo una cruz de sal en el patio y le clavó el hacha en el medio.
-Yo te voy a decir una cosa y acercándose a su oído le susurro en secreto.
Ella rió y echando la cabeza hacia atrás había preguntado incrédula-¿Pececitos de colores?
Como el día era soleado y estaba disfrutando del sol en aquella plaza, le dio un billete a la gitana y le dijo a la amiga que la acompañaba -Crié una familia, tuve hijos, marido, un hombre bueno, pero nunca estuve enamorada de él ¿Crees que algún día conoceré el amor?
-Se lo hubieras preguntado.
Se encogió de hombros y dijo –Yo voy a seguir esperando-

Ahora sabía por que había vuelto a su memoria ese suceso olvidado. Parada con su hermano en medio del patio de la casa paterna, miraban el cielo con ansiedad ¡Hacia tanto que no llovía! Todo estaba mustio, marchito, tapado de tierra.
-Si el tiempo no se decide de una vez, todo se va a perder -dijo el hermano escupiendo por el colmillo, al ver los relámpago agregó- Va a ser otra tormenta de verano.
La tarde se oscureció de golpe, pasaban presurosas las nubes, un relámpago ilumino el cielo y se oían amenazantes los truenos. Aun no llovía.
Su sobrina iba a descolgar la ropa cuando el padre le grito-No toques el alambre!
Asustada la joven volvió junto a él.
En un momento la atmósfera cambió, una luz rojiza cubrió el cielo y sumió las cosas en un color sangre tan intenso que daba miedo, la casa parecía en llamas, el patio, los árboles y hasta los rostros resplandecían como si estuviesen ardiendo, se miraron azorados.
De pronto en medio de la calma un rayo como jamás habían visto ni oído, cayó sobre el poste, corrió por el alambre y partió el paraíso adonde estaba atada la otra punta, las sabanas y la ropa ardieron, lo mismo que el árbol. Sobrevino un silencio profundo, empezaron a caer grandes gotas que formaban charcas rojizas, la tierra reseca las absorbía al instante. Ella vio que algo plateado se agitaba sobre la tierra mojada, se agachó para mirar mejor, unos pececitos celestes agonizaban en el suelo, depositó uno en la palma de su mano izquierda, le pasó un dedo por arriba y pensó-¿Cómo puede ser, tan lejos del mar? ¡Qué ráfaga gigantesca los arrebató de su seno, los elevó hasta las nubes y los devolvió a la tierra en una lluvia de sangre!
Apretó con fuerza el pececito en el puño y contempló con tristeza todo lo que la rodeaba, a los mayores que discutían en voz alta el origen de aquel fenómeno, a los niños que con un palito revolvían los yuyos y se dijo
-Ya no hay tiempo, ya no vendrá- atrapó una lagrima con el índice y el pulgar y la secó con disimulo en la falda, suspiró y pensó con melancolía, mañana voy a morir-.
Porque ese era el secreto que le había susurrado aquella gitana: Al día siguiente de que lluevan pececitos de colores vas a dejar este mundo. No importa a donde vayas ni en que lugar te encuentres, ellos van a caer a tus pies con una señal de sangre.


© Myrta Zweifel
® Birlibirloque

Con otra mirada







Tierra herida.
Incansable canto a la existencia.
Aún quedan palabras con el poder de puñales
que vienen detrás de un cortejo sin cuerpos.
Atraviesan límites, redes sin destino.
Impiden que el aire penetre en la tristeza
y el mundo soñado se agite sin formas.
Tierra cubierta de brazos alzados
testigo de ofrendas
que repiten la señal de los cielos.
Tierra hermana de rostros que preguntan
levantan los ojos invocando
al dormido viento.
Aún el llanto genera albergues
para manos que apartan la dolencia.
Tierra de paisajes abismados y confines de hiedra
por cada lágrima un nuevo misterio
para saber si la memoria es credo.
Tierra herida, dominada por fantasmas
aún hay palabras habitadas por la magia.
En noches apacibles se liberará el nombre
y volverás a ser con la claridad del día
tierra consagrada, cuenco en la hoguera.

Se han partido estrellas en mis ojos
con otra mirada veo el costado del mundo.





© Cecilia Ortiz ( En la geografía de mis manos)
® Birlibirloque

lunes, 22 de febrero de 2010

En días como éste








En días como éste, la lluvia lava todo,
arrastra los recuerdos viejos,
empapa las ventanas,
y tras los cristales empañados,
las ramas de los árboles
son guerreros librando batallas imposibles,
oscuros fantasmas que vienen desde lejos
a perturbar nuestros sueños.
Viejos amores envueltos
en la gasa del olvido,
y de pronto, rasga la trama,
aquella herida ya sellada,
se convierte en roja flor.

En días como éste, hundo mi mano
en el rincón oculto
donde atesoro los días felices,
el espacio donde embriaga mis ojos,
en los suyos: lago verde
y mirar profundo.

Una hoja que cae diluye el instante
en las aguas mansas de la nostalgia.
Salgo a caminar por la ciudad que me encauza.
Transito las calles, reconozco sus plazas,
y un vuelo de palomas me cruza la esperanza.
y, en verdad, en días como éste
el canto de los pájaros endulza el alba.




© Lidia A. González
® Birlibirloque

Camino solitario










Sigues un camino de tinieblas
una nube de silencio es tu refugio
te lastiman las piedras del sendero
los muros son túneles sombríos.
Buscas esa pasión hecha flor
que perfume las calles polvorosas
y vas de tumbo en tumbo
sin luz y sin amor. .

Antes una ráfaga de incipiente luna
iluminaba tu cara
-un amor de aroma y lluvia-

A ciegas buscas la respuesta
una llave que abra el horizonte.

Alguien
no responde al clamor de tu agonía.



© Remedios Pernas
® Birlibirloque

Volar por las orillas








Volar por las orillas
Dormir en el pasto duro
Cantar los sueños y a grito pelado
Vociferar contra los desdenes
Celebrar las melodías inventadas con la luna
Bostezar frente a los actos
Atragantarse con alegría, aromas, dibujos, sonidos
Mirar la vida con ojos de la realidad
Une a poetas y locos/locas

Son atraídos con singular ternura
Aquellos que pueden elevarse en la noche
Y correr tras las estrellas
Subirse a unos claros ojos, soñar en la mirada
De unos oscuros.

Los que deshacen lo real
Son sus desaciertos,
Los abandonados, los miserables imprescindibles
Los convencidos de que la Plaza de Mayo es un museo
Y que a veces, de vez en cuando, es posible ser feliz
Que tu pueblo está para triunfar
El río para ser un vergel.

El común trata de loco, locas a quienes salen de los límites
El loco Juan. La loca esa. El loco Fermín. El loco Francisco
Los locos de remate
Las locas de atar
Las locas de amor
Le dicen.



© María Elsa Bravo
® Birlibirloque

Un sueño soñé ñañoche







“Lo que más desees en la vida”, es lo que prometió “la caja de las fantasías” que nos harían realidad, si lo escribíamos.
Y porque no? Así que ahí estaba mi “vivir en una playa del Caribe” descansando mullidamente sobre un colchón de blanco corrector, que ocultaba el verdadero, más profundo e irrealizable deseo en la vida, “volver a ver a mi abuela”.
Así son las cosas, no sé por que arte, me fue concedido, no el primero sino el enterrado deseo, y ahí fui, a una dirección que no recuerdo ahora pero llegué, era en la calle Juan B. Justo. Allí estaba, para mi sorpresa, una niña de unos ocho años con colitas, pollera plisada, saltando la cuerda.
Un error de calculo, ya que a esa edad mi buena abuela saltaba la cuerda y al llegar al piso, sus pies tocaban tierra gallega.
Pensé, un error de producción, de época, tal vez de persona.
De todos modos mi corazón entusiasmado, se atropelló en buscar a mi padre que para mi asombro…, es como si en este relato la línea del tiempo se hubiera doblado, sin querer, por error,¿ por el viento?, y todos los personajes, incluso yo, somos más jóvenes.
Quien ha muerto, es niña y salta la cuerda, quien es viejo, es joven, quien es más viejo, es más joven. Pero como ese doblez no es perfecto,… mi padre aun joven padece de la hemiplejia que adquirió en su vejez.
Así que, en una casa de la calle Juan B. Justo, llevo a mi padre joven y herido a encontrarse con su madre niña, que salta la cuerda, mientras canta morriñas , quien mueve su blanquísimo rostro en dirección a ese, su sexto hijo y único vivo y amorosamente le grita: “¡Bubby!”




©Irma Acuña
Octubre 09
® Birlibirloque

Refugio







Soplaba las pompas. Una tras otra explotaban en el aire dejando un arco iris que se divisaba a lo lejos .Una muy grande permaneció flotando largo tiempo…esa llevaba un deseo, desapareció en el aire, ligera y frágil, rauda con su mensaje. Era el mismo que musitaba una y otra vez, el que colgué de uno de los árboles que crecían en la casa. El más alto tenía un gran nido, los días que estaba triste trepaba hasta él y permanecía largas horas acurrucada con los ojos cerrados y dejando que el sonido del viento entre las ramas me meciera.. Otras veces miraba desde la rama más elevada el camino de botones que silenciosos salían de la caja de madera, se alineaban en fila, tomaban distancia con sus brazos extendidos y lucían sus guardapolvos de colores. Cantaban al son del trique- trique de la máquina de Lala una canción de libertad de las épocas en que veían la vida desde otros lugares. Había días en que algunos salían otra vez, los 6 blancos, pequeños, nacarados para mi blusa. La reina con su corona de brillantes los miraba con enojo, no había dado su consentimiento porque eran sus pajes entonces, dio orden de inmediata retirada a la caja que abría su enorme boca para tragarlos nuevamente.
Los días de tormenta me gustaba apoyarme en el tronco grueso, protector, me rodeaba con sus fuertes brazos mientras escuchaba cuentos de brujas y fantasmas que caían uno tras otro impregnando de misterio las sombras del atardecer.
El verano me encontraba debajo del ciruelo, comía los corazones colgantes dibujando y recortando mariposas que luego abandonaba en las ramas para que pudieran elevarse con la cálida brisa de la tarde.
En invierno miraba el cielo estrellado desde la pequeña ventana de la cabaña de Heidy , las montañas nevadas, mientras el abuelo me traía un trozo de pan con queso y una jarra de leche.
Aun recuerdo el día en que me subí por última vez al árbol con el nido que me había servido tantas veces de refugio. Era tan cálido.
Y afuera hacía tanto frío…


© Erica Schworer
– 18/11/2009
® Birlibirloque

Polilla








Polilla, ella es una polilla; tiene el pecho de cristal, al acercarme puedo como late su corazón.
Cuando sale de la penumbra y vuela en mi habitación, enciende una alarma y una llama en mi interior.
Va comiendo despreocupada todo mi ser indefenso pero luego enternecida me cura con dulces besos y el aletear de sus manos calma mi desazón.
Transparente y delicada como una flor vino a entibiar mi lecho y a perfumar mi vivir.
Yo la cobijé en mis brazos y celoso de todos la encerré en el placard.
Más tarde me di cuenta de que había que dejarla en libertad, porque tranquila y silenciosa iba comiendo mi ropa y anulando mi voluntad.
Ahora revolotea por la casa, por calle, por el jardín.
Cuando yo vuelvo clava sonriente en mis ojos sus ojos claros y comienza otra vez a comer mi corazón.



© Myrta Zweifel
® Birlibirloque

Cuento tringular




Colocó la escalera justo debajo de la bombita de luz que iba a cambiar. La abrió con fuerza. Era pesada. Miró hacia lo alto calculando justo las distancias. Tomó la lamparita y empezó a subir el lado 1 de la escalera; contó uno por uno los escalones = 15. La pucha que tenía techos altos esta casa. Y él con tanto vértigo.
Y el susto de la electricidad además.
La cambió con sumo cuidado, y bajó por el lado 2 de la escalera = otros 15 peldaños.
Ya en tierra le pareció que había realizado una hazaña maravillosa. Contempló su obra como Miguel Ángel la Capilla Sixtina. Se mareó, y fue tal el susto por lo que había hecho que se quedó seco.



© Carolina Menapace
® Birlibirloque

Orilla señalada







Empujado por la furia del sudeste
regresas a tu redil de antaño
en el que nadie te fijaba límites
y eras libre de orillar tu antojo.

Río, espejo gredoso de tu lecho,
ancestro de mis raíces terrenales
donde sólo fui espera para el cuerpo
que ansiaba verte majestuoso.
Porque corrías cual vertiente
alegre y horizontal en el cauce
-Testigo de epopeyas y jornadas.
Embozado vigía en la batalla-

Imponente es tu manto color pardo


con remolinos insondables y arrebatos.
-Compañero calmo del centinela-
-Vengativo soldado en la vanguardia-

Tu historia es de esencia y correntadas
con el vientre lleno de peces
(similares a tu alma)
(La dulce esperanza
de las aldeas reclinadas sobre el agua de tus bandas)
Sólo el viento pampa te acomoda al oriente
apretando tus orillas en la costa alta.

Siempre espero verte león del agua
cruzar las praderas onduladas
verter los designios de otras razas
en las voraces mareas del océano.
Escucho tu mensaje, lo comprendo,
soy pasajera de tus ondas largas
del variable carácter que posees
y heredaste en la creación primera.
-La temida oscuridad y la nada-
Tú, decidiste ser inmenso río
yo, tomé la ruta del alma por etapas
juramenté por vos, aquí me tienes,
instalada al borde de mis ansias.
Quiero elevar en tierra mi canto de sirena
pues descendiente soy de tu materia
y ansío nutrir de camalotes
el recinto donde descanse mi esperanza.
En mi voz, un leopardo ruge altivo
mientras disfrazo lágrimas no lloradas
o mimetizo el torrente de mis venas
contemplando tus infinitos ojos claros.

Espero el evidente mandato
que nos vuelva al comienzo y origen de la vida
para estar juntos, (ser uno)
sin diferencias ni orilla señalada.


© Cecilia Ortiz – (frente al río de La Plata) 1995

® Birlibirloque

lunes, 25 de enero de 2010

Del arte poética








Su música es símbolo, un puro sueño de la muerte
(revela nuestra cara)

Lucha de tiempo y agua, porque convierte
lo inconstante en poema.
-tan íntimo que no lo nombro-

Muy poco prosigue en mi carne
(la vigilia es sueño)
fondo de un espejo
a veces es otro el cristal
las murallas
-mirar, sentir, temer mis propios años-
una tregua pobre y eterna.

Su música, mis hábitos
(que son los mismos y son otros)




© Carolina, Cecilia, Irma, Erica, Remedios
13 de enero 2010

® Birlibirloque

Solo Juana




Bajó del colectivo, se acomodó la campera , dio varias vueltas a la bufanda multicolor alrededor del cuello y emprendió con paso decidido las cuadras que le quedaban recorrer hasta la casa. Miraba solo al frente. Cada día el trayecto le producía la misma sensación que se repetía una y otra vez. Le parecía escuchar pasos que la seguían pero sabía que era solo su imaginación, ya no tenía porque sentir ese temor de antaño aunque a veces el recuerdo volvía , el asco le pegaba en la boca bajando escondido hasta su vientre.


Nunca se arrepintió de lo que había hecho, en su interior agradecía que la naturaleza le haya dado un carácter diferente, aguerrido , luchador y rebelde.
¿Pero de donde te salió esta? le decían a su madre que con una sonrisa mansa levantaba los hombros como diciendo ¡no sé! Mientras acariciaba la cabeza de Juana y pensaba ¡Mejor así!
Ella era la mayor de siete hermanos y poco le duró la infancia despreocupada. Se hizo cargo de su rol, de las ausencias del padre, de la fragilidad de la madre . Solo tenía una debilidad y era María , la hermana-hija que había criado , que por las noches se acurrucaba a su lado en las camas compartidas y apoyaba la cabeza en su hombro y deslizaba su mano pequeña entre las suyas buscando la protección que sentía encontrar en ella.
El tiempo fue pasando y María se convirtió en una adolescente bonita , vivaz e ingenua hasta el día en que sin ningún motivo dejó de hablar .
- No sé que le pasa a esta chica , antes tan alegre ahora no quiere salir, no habla está como en otro mundo .
Juana vio el cambio . Con paciencia , cariño y tenacidad poco a poco logró que le relatara entre susurros y lagrimas el motivo de su angustia. Juana entendió , ató cabos, le preguntó, supo con certeza lo que le había pasado.
La ira, el dolor y la impotencia no la dejaron descansar por un tiempo hasta que tomó la decisión. Sabía que debía hacer.
Cambió su vestimenta casi varonil por un atuendo más atractivo buscando al volver por las noches del trabajo lo mismo que le había ocurrido a su niña. No tardaría mucho en caer por las oscuras calles del barrio. Lo esperaba en su silencioso caminar . Llegó esa noche , pasos que la seguían apurando el andar , Juana sabía quien era , pero él no sabía que ella llevaba dentro una fiera. La tomó por la espalda , apretó su boca , la empujó hacia la oscuridad del fondo del terreno baldío . Se dejó arrastrar , no opuso resistencia , el corazón acelerado. La arrodilló frente a él sosteniéndole con fuerza la cabeza.
Pensó en María , apretó con fuerza el arma que llevaba en el bolsillo y en la fracción de segundos posteriores a la liberación del hombre, se soltó se puso en pié de un salto y con mano firme pegó el arma al pecho del sorprendido hombre y disparó , no una sino varias veces pensando en todas las Juanas y Marías que habían pasado por esos momentos.
No sintió culpa , solo un gran alivio .
A la mañana siguiente la noticia corrió por el barrio .
- Mamá , mamá! Anoche mataron al tío .
Nadie preguntó qué tío .
Juana no dijo ni una palabra , besó a la madre , a María y salió para el trabajo.





© Erica Schworer
20/01/10

® Birlibirloque

El amado








Recorro tierra y mar
para contemplarlo
y él con su desnudez,
con su presencia
me atraviesa el alma.
lo miro y lo admiro
pero su mirada cardiaca y pétrea
está fija en su enemigo


Es un encuentro de lucha desigual
que ocurrirá en un instante
congelado en el tiempo
sostenido en el mito
contado en piedra y talento.

Y también lo admiro a él
capaz de cincelar belleza
Ha marcado en piedra un cuerpo nuevo
una fuerza joven
gestos y mirada
que nos cuentan todo

Esa tensión, ese instante de miedo
ese momento en que se juega entero
Nada saben del triunfo que la historia narra
vive eternamente el instante previo

Ese sutil sufrimiento
me insta a que le murmure al oído
con palabras marmóreas:
“Serás quien gane esta contienda”




©Irma Acuña
Noviembre 09
® Birlibirloque

Como bolita







Camina sin parar del comedor a la cocina. Quiere hurgar en el tacho de la basura, ya aprendió a pisar el pedal. Ocho pares de ojos siguen y controlan su deambular-¡No!-gritan al unísono tíos, padres, abuelos.
El lleva aferrado algo siempre en la mano izquierda, un trapito, un perro de goma, un pedazo de pan, eso le da seguridad en el andar, parece que lo sostiene en pie.
Sigue su marcha y manotea lo que encuentra a su paso, estuches de anteojos, llaves, botellas plásticas que se divierte en hacer rodar. Hay que poner todo fuera del alcance de su mano y de su ojo avizor, libros, papeles que se puedan morder, biromes, posa vasos, monederos, que va echando para atrás por sobre su hombro izquierdo.
Anda sin parar con sus pasos recién estrenados, controlando apenas la dirección y la velocidad. Perdió una zapatilla y va en yanta, medio de costado hablando en su lengua singular. Haciendo ojitos, beru beru, tomando agua de su sorbito, diciendo no, no –meneando la cabeza, mostrando sus cuatro dientes feroces.
Sale a la galería y se acerca al borde, hay tres escalones que lo separan del parque.-¡Date vuelta, date vuelta!- le gritan. Se vuelve obediente y baja gateando de culata. Da unos pasos por el pasto, vuelve a subir de frente, cruza el embaldosado y llega hasta la otra punta. Allí la altura hasta el pasto es menor, baja de pie y el declive lo hace acelerar, cae sentado sobre el césped junto a una planta baja de dalias. Como todos le gritan –
¡Upa, upa! Deja de hacer pucheros y se dedica a deshojar la flor pétalo por pétalo. Cuando se cansa se dirige feliz a los perros que dormitan junto a la pared; éstos lo ven venir y se retiran antes de que se les tire encima y les retuerza las orejas. Prueba unos trocitos de Dogui y hace caso omiso de las órdenes -¡Dejá eso, no, no, escupí, escupí. Escupe ostentosamente, da unos chillidos, vuelve a la sala y arremete con más bríos.
Muerde todo lo que encuentra. No se le escapan ni almohadones, ni controles ni celulares. Da vueltas y vueltas alrededor de la mesa del comedor, de pasada aprieta las teclas del televisor.
Para defenderse de él, la abuela los ha tapado con cinta de pintor. Da resultado por muy poco tiempo, en un descuido y con los deditos índice y pulgar engancha una punta, la despega y apaga el aparato. Justo cuando ellos están alentando como locos esperando el gol salvador que daría e l triunfo al Seleccionado Nacional-¡Dale ahora, tirá, tirá! ¡No Vito, no! ¿Qué hiciste?- el padre se precipita y lo vuelve a prender. Se perdieron el gol, el vuelo de pájaro y el zurdazo de Damián.
Incapaz de soportar más tantos gritos, tantos no, Vito apoya los brazos y la cabeza en la mesita del living, como un borracho sobre el estaño del bar y llora desconsoladamente. Los adultos al verlo ríen divertidos y se abrazan festejando el triunfo del seleccionado. El se incorpora con el rostro bañado en llanto y abrazándose a las piernas de su padre grita ¡Gol!



© Myrta Zweifel
Enero de 2009

®Birlibirloque

El crimen perfecto









Ese 21 de septiembre las islas del Delta, bañadas de agua, sol, y distintos tonos verdes, es el lugar perfecto para un día de diversión.
Poco a poco la mañana se llena de lanchas que transitan por las aguas color león. La alegría de los pasajeros invade el bello paisaje.
Los jóvenes ocupantes de las embarcaciones celebran el inicio de la primavera y el día del estudiante.
Para Marixa es la salida deseada con José. Compartían un incipiente romance, está alegre, feliz.
El día transcurre entre risas y regocijo.
Ellos se juran amor eterno, por momentos se alejan del grupo.

Poco tiempo después del placentero viaje, Marixa empieza a sentir molestias, se preocupa, los vómitos la acompañan continuamente, piensa en una hepatitis o quizás alguna comida en mal estado.
Una amiga, que había pasado por lo mismo, aconseja.
La noticia sorprende, la amiga tranquiliza.
- No le digas a tus padres –
Juntas visitan a una falsa doctora


Dentro de Marixa se lleva a cabo el crimen perfecto. Ella llora. Dentro de ella una mano asesina destruye lo que germinó en una luminosa tarde de primavera. No hay gritos.





©Remedios Pernas
12/6/07
® Birlibirloque

vagabundo








Del alto muro desolado se desliza un hilo.
Cordón umbilical y soga funesta que al llegar finalmente, tercamente al suelo
se enrosca en víbora huye hacia la selva, su morada.
El muro enceguecido vuelve a deslizar un hilo que arrastra al tiempo creando
la imagen única del arte.
Bajó entonces una mariposa a un lugar oscuro y penetró esa imagen.
Y el momento desapareció.

El adulto dibuja un niño que vivió en la enigmática China.
Tiene sombrero amarillo y ojos torcidos. Sonríe desde el papel con sombrías intenciones. Manchas rojas mitigan la esperanza y la justicia.

Cuando compre un espejo para el baño, miraré mis ojos tratando de conocer las sigilosas sensaciones, los encubiertos caminos de la sangre.
La memoria.
Mientras tanto me miro de reojo en los vidrios de las calles.
Y así transcurro.



© Carolina Menapace

® Birlibirloque

Ella, la otra







Convivo con ella desde siempre.
Me habita, me cuestiona, me acompaña,
conoce mis entresijos,
comprende mis silencios.
Y no pregunta, ya que al fin
de mi lo sabe todo.
La sorprendo murmurando salmos,
invocando indiferentes dioses
que ignoran sus preces.
Sumergida en las sombras,
a ella la embelesa
el pensamiento mágico
y lo utiliza con habilidad.
De un golpecito abre
las puertas del conocimiento
cuando las encuentro cerradas.

Invirtiendo los roles
me regocijo en su asombro,
y la habito en su psique
sin solicitar permiso.



© Lidia A. González
®Birlibirloque

Por la Galaxia

María Elsa está de viaje por la Galaxia, a su regreso nos relatará, como ella sabe hacer muy bien, los vaivenes del Universo y algún detalle que sus ojos expertos, con la ayuda de sus manos, tomarán nota con mucho cuidado.






Las nubes lagrimean, el río está triste,
sus olas pequeñas golpean las piedras.
Las piedras alojan sus gemidos
los retrotraen y devuelven
(con gotas asimétricas)
a juntarse con el resto
que incoloras, dolientes,
persisten en el tiempo.
Valientes.
El sol cuando salga nuevamente
teñirá de azul calmo
-milagro diario-
sonreirá con pléyades rugientes.
Otro invierno se irá como los vientos
surgirá la primavera, las hojas cubrirán tus olas,
acariciando
suavemente el marrón vívido de tus aguas.



© María Elsa Bravo

® Birlibirloque

Buenos Aires Reina







Te veo, Buenos Aires, recostada junto al río
encendidas tus luces marineras
bebiendo sueños al borde del silencio.
Me recorren tus voces:
desde el peregrino eco hasta el clamor musical
ceremonia verde
roja, amarilla, que desliza ruedas y comedias.
Te veo
desde la estrella inalcanzable de mi espacio
el pequeño mundo que descorre telones gruesos
muestra el gesto de exilio que no se abate
y esperanzado aguarda
que aparezca
la carroza blanca, el cazador diestro
el manto sobre el camino terso
la boca que anuncie el beso y me sorprenda.
Te veo, Buenos Aires, como yo
sin rendirte a la evidencia
- desarraigo de equivocadas raíces-
Inmutable
te extiendes hacia el oeste
ensayando versos.
Como yo, que te observo,
y siento el leve roce de la brisa
que vislumbro con nombre incierto.
Qué puedo pedirte ahora
ahora, que mi angustia se ha vestido de fiesta.
Beberé los rastros en la creciente tranquila
y seré, mecida por mi signo de agua
más agua con destino de fuego viejo.

Te veo, Buenos Aires, desde la orilla del mundo
mi redondo paisaje.
Latido, sueño, sauce inclinado
síndrome de mar sumergido en río.
Seré siempre, como esta noche
continuaré sintiendo que me perteneces.
Buenos Aires, mi destino.
Mírame a los ojos desde tu centro
y te verás como eres
reina plebeya en una curva de América.



© -Cecilia Ortiz-

® Birlibirloque