Por el placer de estar juntas hacemos juegos con palabras. Nos reunimos una vez por semana y entre café y cosas ricas, creamos letras en libertad.

viernes, 2 de julio de 2010

Vagabundo







Del alto muro desolado se desliza un hilo.
Cordón umbilical y soga funesta que al llegar finalmente, tercamente al suelo
se enrosca en víbora huye hacia la selva, su morada.
El muro enceguecido vuelve a deslizar un hilo que arrastra al tiempo creando
la imagen única del arte.
Bajó entonces una mariposa a un lugar oscuro y penetró esa imagen.
Y el momento desapareció.

El adulto dibuja un niño que vivió en la enigmática China.
Tiene sombrero amarillo y ojos torcidos. Sonríe desde el papel con sombrías intenciones. Manchas rojas mitigan la esperanza y la justicia.

Cuando compre un espejo para el baño, miraré mis ojos tratando de conocer las sigilosas sensaciones, los encubiertos caminos de la sangre.
La memoria.
Mientras tanto te miro de reojo en los vidrios de las calles.
Y así transcurro.



© Carolina Menapace

® Birlibirloque

Cerrar la puerta











Cierro la puerta
un suspiro escapa de mi pecho
mi refugio me espera escaleras arriba
abandono en cada escalón los sinsabores del día
Don Gato baja con su andar cadencioso
mientras emite un maullido prolongado
extiendo la mano dejándole
una caricia escondida en el lomo.
El gran mundo ,
la otra vida quedó fuera ,
¡ hoy no la dejo entrar!
el frío pretende colarse por las rendijas
prendo todas las estufas
la noche se instala sin permiso
enciendo todas las luces
el silencio intenta atrapar un hilo de nostalgia
lleno la casa de todos los sonidos
bailo con el gato , abrazo al perro
hago una sopa, tuesto el pan ,
saboreo un trozo de queso
me sirvo una copa de vino……. y brindo
brindo ¡¡por mi hogar!!





© Erica Schworer
01/06/2010

® Birlibirloque

Tormenta





Olivos hecha trueno y piedra

Cae agua enojada
hecha piedra que alarma y muerde
me inquieta…
Abro la mirada oscura y ciega
un agua de piedra rompe mi losa
un rayo de luz atraviesa mi alma
inunda de plasticidad y oxigeno
esta tanática inmovilidad
la desesperación patea la piedra
salgo.
Rompo el mantel que me cubre
prefiero la desnudez impúdica y descalza
al lienzo amortajante que me asusta
cae agua enojada y fría
hecha piedra que lastima
bueno es que rompa la losa
malo que rompa mi hueso
busco refugio para el cráneo en peligro
bajo el ala marmórea de un ángel
que ya cobija el cuerpo vagabundo
de quien al verme ladra y lame mi mano
aunque no sea yo a quien espera.
lo abrazo con frío y miedo
esperando nada,
porque su milagro no se hizo.
Pero el mío sí.


© Irma Acuña
Mayo 10
® Birlibirloque

Balada de la anciana enamorada










Ella era una anciana que comía sola
cantaba, tejía, a ratos rezaba.
En la vieja casa sin un descendiente
entrevió una noche el fin del viaje.

Entreabierto el pecho, cruzando las calles,
harta de morir la vida, o vivir la muerte,
Lo halló en la farmacia, reposado y serio
de sus ojos grises se quedó cautiva

Sin una pregunta, se puso en sus manos;
tres veces al día, junto a un vaso de agua,
se oficiaba el rito, con una gragea
que la sanaría…

El color volvió a su viejo rostro.
¡Estaba tan cerca! Con cruzar la calle
y verlo tan guapo

Firmó los papeles, en todo de acuerdo
con el boticario, con el escribano.
Y murió su muerte con una sonrisa, tan enamorada,
tan enamorada



© Lidia A. González

® Birlibirloque

Zuecos de bronce










Llega Julio con sus zuecos de bronce, se sienta en la silla cómoda, se saca los mismos y sonríe frotándose con deleite los pies.

Está en el parque, donde representa a un holandés contador de cuentos, para los niños y no tan niños, que, con atención esmerada lo esperan todos los sábados.
Les lleva caramelos, muñecos, otros chiches, incluso barriletes fantasiosos.

¿Han visto que hermosos modelos hay?

Hay un lugar en el Paseo , donde los artesanos los muestran y venden . Al mirarlos se elevan los sueños al cielo.

Los niños son de las zonas más pobres, por eso Julio se esmera, con su nariz colorada y sombrero vistoso, cantando además hermosas canciones, enseñando a los chicos que con poco basta para hacer que un niño sonría.

© Maria Elsa Bravo

® Birlibirloque

El pájaro enjaulado








Yo amaba a esa muchacha que sentada al sol en su pequeño jardín, tejía plácidamente una carpeta al crochet.
La quería porque nunca trató de atraparme, solo lo hizo un tórrido día de verano en que siendo casi un pichón caí medio muerto al pie del duraznero, ella vino en mi auxilio y con mucha paciencia a pesar de mi resistencia me tomó entre sus manos y me depositó adentro de una lata con agua que había colocado en la horqueta del árbol, para los pajaritos.
Bebí con desesperación, me di un baño aleteando y luego esponjé mis plumas posada en una rama..
Desde ese día volvía al jardín todas las tardes porque ella me llamaba diciéndome ¡Filomela.....
Siempre llegaba por detrás de su cabeza rozándole el pelo con un ala, ella reía y yo después de picotear un trozo de grasa que dejaba colgado de una rama del duraznero, me posaba en las ramas bajas de un jazmín cambray y la escuchaba atentamente cuando me leía en voz alta la historia de Progne y Filomela, dos hermanas convertidas por los dioses para salvarlas de un rey malvado, una en calandria y la otra en golondrina.
Nuestro amor era un amor distante y respetuoso, jamás trató de atraparme y yo caminaba por el pasto con mi paso alerta y ligero. Me dijo que se llamaba Pomona, como la primavera; yo desgranaba para ella las más bellas melodías de mi repertorio ¡Cómo reía al oír mi canto y las imitaciones que hacia de las demás aves canoras!
Ya no nos veremos más, un alma cruel me sorprendió y me encerró en esta jaula sin saber que una calandria no puede vivir en cautiverio.
Ahora voy a morir, pero después volare libre hasta ella, para acariciar sus rizos con un ala y quizá la oiga murmurar dulcemente ¡Filomela…!.



© Myrta Zweifel
Olivos
® Birlibirloque

La despedida






Debajo del papel veo una niña triste y confundida. Mira extrañada la casa asolada.
Sus largas trenzas recién peinadas y con lazos color del cielo, mojan suavemente la espalda.
La familia, en ese momento prepara la partida a América.
En el ir y venir de sus padres, ella hace preguntas, que nadie contesta. Ve seis maletas abiertas como grandes bocas hambrientas deseosas de engullir el equipaje. El ropero vacío; en el comedor falta la larga mesa, las sillas y el armario; donde guardaban la vajilla. Sobre las camas prolijamente extendida, la ropa destinada para el viaje.
En la mesa de la cocina su padre ordena papeles, le llama la atención cuatro pequeños libros de tapas verdes y con letras doradas, lee despacio ESPAÑA - PASAPORTE, curiosa, mira el interior, no logra descifrar la letra, da vuelta las hojas y aparece la fotografía de sus padres y en otra hoja está la de ella, el padre se la saca de las manos, y los guarda en la pequeña maleta.
¿Por qué lloran? Ella pregunta mirando como entran y salen los vecinos, ajena a tanto dolor, se asoma a la ventana en la que tantas veces vio nevar, sus hermanos con los amigos cargan ramas y las colocan en un montón, esa noche es la gran fogata de San Juan. Baja las escaleras corriendo espera encontrar a sus amigas en el barrio, el gran patio, en que los PICAROS enciman los leños para prender esa noche, sin saber que ellos no compartirán el festejo.
Busca en la confusión a sus amigas, las llama Hildaaaa Chelitoooo, ¡No están¡ se lamenta.
Las trenzas están secas, vuelve a la casa, Graciela, la amiga de su hermana, llorando la besa ¡sube¡ le ordena Edelmira, con lágrimas en los ojos, te tienes que cambiar
El vestido verde con bordados en la falda, la espera sobre la cama.
Mondoñedo está triste, toda la familia de Inocente se va.
La niña de largas trenzas, piensa en ese avión que volando como un pájaro los llevará a la tierra prometida.
La noche de San Juan se aproxima, el sol se escondió tras las montañas,
Sus rosadas mejillas se mojan de tristeza, la ausencia de sus amigas ensombrecen su alegría, no tiene con quien compartir la triste despedida.



© Remedios Pernas
26 / 3 / 10
® Birlibirloque

Imágenes de la memoria







Sólo recuerdo que la muñeca no cerraba los ojos.
Para cerciorarme de que estuviera dormida, cuando iba a la cama por mandato paterno, la ponía boca abajo, para que al menos no me viera dar vueltas como una marioneta.
Mi muñeca desapareció en alguna mudanza y llegué a la nueva casa sin ella.
Bajo un manzano contemplé lo que sería mi nuevo hogar.
Aún hoy contemplo la casona entre árboles más viejos que ella.
Me preguntaste, y en esta foto quienes están.
¿Quiénes?
No puedo decirte que lo sé. Me inventé una historia familiar cuando desaparecieron los que estaban posando para quedar por siempre. Quedar por siempre me suena a mucho tiempo.
No lo sé, contesto.
Por qué la guardas, entonces.
No la guardo, está por alguna razón. Me la habrá enviado alguien, luego de verme en tantas películas. Me imagino que habrá pensado que me gustaría.
Desempolvo la fotografía y la miro.
Sonrío.
Qué otra cosa se puede hacer sobre el polvo de las cosas.
El tiempo solo me ha dejado arrugas infinitas y una certeza de haber sido la mejor.
Ya nadie recuerda lo que fui.
Y los recuerdos no tienen movimiento. Ocupan un espacio. Que de tanto en tanto se inquieta y deja un trazo, leve, sobre el día que vivo.
La muñeca no cerraba los ojos.
Yo, ahora tampoco, me trago las visones para sentirme viva, vieja, pero viva.
Te alejas. Siempre te alejas y veo tu espalda que me habla. Me dices que eres lo único que tengo.
La muñeca y yo somos casi lo mismo. Dos formas estáticas, una plasmada en papel senil y yo, suspirando a la espera de reencontrar a los míos, en algún lugar de no sé dónde.



© Cecilia Ortiz

® Birlibirloque