Por el placer de estar juntas hacemos juegos con palabras. Nos reunimos una vez por semana y entre café y cosas ricas, creamos letras en libertad.

sábado, 28 de noviembre de 2009

Quererte fue como andar en la luz







Comíamos los brotes de las rosas y bebíamos las flores de las madreselvas. Cuando nos escondíamos creíamos ser invisibles y cambiar de forma al jugara las estatuas. Que nuestras heridas se curaban al instante. Si abríamos los brazos podíamos volar alrededor del patio y saltando en un pie, llegábamos al cielo.
No nos convertimos en dioses a pesar de todo, solo crecimos. Los juegos de la infancia desaparecieron después que perdimos la inocencia,
Cuando llegó el amor fue como descubrir un mundo nuevo. Todas las cosas, el sol, los pájaros, la vida, tenían otro color.. Sentir el estremecimiento de todo mi ser al rozar tu piel, al oír tu voz. Caminar abrazados por el camino aquél bordeado de árboles altos que cantaban allá arriba entre las hojas exhalando olor a pino y eucaliptos, en los atardeceres de verano, fue como andar en la luz más pura.
¿En qué cruce del camino nos soltamos de la mano? No recuerdo si hubo llanto, reproches, si nos separamos en silencio o porque sí. Solo sé que la dulzura que me invade al recordar ese primer amor, nubla mis ojos y vuelvo a sentirme niña, ligera, limpia; como cuando libábamos las perfumadas madreselvas y cortábamos los brotes del rosal, soñando que éramos inmortales y que nada en nuestro mundo tendría fin.






© Myrta Zweifel

® Birlibirloque

Divina trinidad madre







Madre manejaba el coche, la librería, las decisiones importantes de la casa, y la vida dentro de ella.
Usaba los labios pintados de rojo y un rodete rígido y negro, manejaba su humanidad con forma de heladera con actitud y decisión.
Al comienzo del día taconeaba hasta la puerta de entrada con un vestido de flores chiquitas y la cartera de cuero cuadrada en la mano, me buscaba con la mirada, y antes de subirse al Rambler negro me daba la primer orden del día, desde el extremo del índice, que siempre fue la misma: “Sé una buena niña hoy”. Y yo siempre creí cumplir.
Mami administraba la cosa domestica y lo hacia con la energía de un cuerpo fibroso y rápido. Esto es la limpieza, el orden, los manteles blanqueándose al sol, mis vestidos copiados de figurines, los escones de la tarde, las compras, los carteles.Porque en esta casa blanca y con un gran árbol en el frente, mami asignaba un lugar para cada cosa, y cada una debía estar en ese justo lugar que ella rotulaba, “cocina”, “escalera”, “parra”, “calcetines”, “cuchillos”, innecesarios a mi entender.
Para madre yo tenía una curiosidad morbosa y desvergonzada que había que amputar de raíz, pero eso siempre fue algo muy dificilito porque venía conmigo desde la misma médula.
Para mamita, su función fue ser mi sombra. Cuando a la mañana abría mis ojos, me encontraba con los de ella y a la noche, eran lo último que veía.
Al levantarme cada día yo estiraba la mano y mamita me iba alcanzando el cepillo con la pasta puesta, el vaso con agua, la toalla, las medias, el vestido, los zapatos. Y mientras yo me peinaba, porque nunca supo hacerme las trenzas, mamita hacía su cama y la mía e iba detrás de mí poniendo cada cosa tirada en su justo lugar rotulado.
Teníamos una rutina ordenada y fija, porque así deben funcionar las casas.
Cuando a madre el rodete se le puso blanco, la rutina cambió. Dejó de trabajar en la librería, vendió el Rambler negro, y trajo a Ramona para los quehaceres domésticos más pesados, y a mi me trajo a Pupita una perra que embarraba la sala, y masticaba las flores.
Yo siempre estaba leyendo porque era la manera de domesticar mi curiosidad, así se sucedieron mis clases de piano, de ajedrez, de pintura y escultura, mis lecturas de filosofía y literatura. Siempre junto a mamita y Pupita.
Mi infancia ha quedado lejos, la casa sigue blanca y con el árbol en el frente, pero quedamos mamita que está muriéndose y yo.
He dejado mis clases de piano del Instituto Superior de Música de Madrid para correr a Buenos Aires a asistirla.
De tanto en tanto abre los ojos, encuentra los míos y extiende la mano. Yo le alcanzo el vaso con agua, que rechaza, le tomo la mano, y eso no es, está inquieta.
¿“Qué quieres decirme mamita?”
Pero mamita no dice nada, como siempre. Ella nunca ha hablado. Le alcanzo un papel y una lapicera, entonces escribe “MAMA”, el papel queda sobre su pecho y se duerme por el esfuerzo.
Me paro y descorro la cortina. Recuerdo que tenía flores rosas que ya no están. Miro por la ventana puedo ver la parra donde tomábamos el té con escones las tardes de verano, y donde hacíamos todas nuestras celebraciones, navidad, año nuevo, cumpleaños y el día de la madre. Recuerdo que para ese día yo hacía tres cartitas con dibujos y palabras amorosas.
Las amé mucho, y ellas, sé, me amaron mucho. Solamente quise saber toda mi vida quién de estas tres madres era mi madre de panza. Siempre sentí que tenía derecho a saberlo. Una a una ha muerto y me han dejado sola y sin respuesta, sin esta verdad que no era desmesurada, sino una pregunta simple que no quedó saciada ni con arte ni con ciencia.
Pero a cada tímida insinuación era para ellas un escandaloso insulto. Que debían castigar o distraer.
A los seis les pregunté a las tres juntas reunidas bajo la parra, ¿“porqué yo no tengo papá?”. Mamita abrió los ojos grandes y empezó a lloriquear, mami empezó a retirar la vajilla, madre se fue y apareció con un libro que debía leer, porque dijo, que yo era muy inteligente.
A los ocho, otra vez en una reunión pregunté, ¿“porqué yo no tengo hermanos?” Y otra vez ese clima de “a correr, que se viene un terremoto”. Pero al otro día madre me trajo a Pupita.
Con los años cada vez que me asaltaba la duda en vez de preguntar iba derecho a tocar el piano, o comenzaba la lectura de un nuevo libro, pero esa pregunta se me agigantaba en el pecho y me latía en la garganta.
Entonces madre me anotó en el Conservatorio para la carrera de pianista.
La música me sosegaba, me transportaba a otro mundo y me hacía bien dominar la teclas y golpearlas con furia y ensordecer, era una forma permitida de gritar y hacerme oír, de revelarme.
Ramona me avisa que mamita ha muerto y siento que me han sacado la mitad de mi cuerpo, que no puedo respirar, que no quiero respirar.
Recorro los cuadros con fotos familiares tan conocidas colgadas en las paredes.
Todas tienen cartelitos, como si fuera necesario!
“Foto familiar 1948: Teresa, Margarita, Gladys” las tres solteronas posan junto al árbol del frente.
“Foto familiar: 1956: Madre, Mami, Mamita y Clarita” y las tres damas posan en el mismo lugar y yo muy bebé en brazos de mamita.
Y pienso, cuantas historias habrá detrás de una historia. ¿Porque estas mujeres eligieron vivir juntas, con un secreto hecho carne y curiosidad?
Debo cerrar el ataúd e instintivamente tomo el papel escrito por mamita y lo dejo sobre su pecho. No se que pensé, tal vez como mamita necesitaba los carteles tal vez quiso tener su ultimo cartel.
Las lágrimas me corren por la cara. Ramona saca el papel y me lo da “Esto es para Ud. Clarita” y yo me lo guardo en el bolsillo y salgo, necesito aire y luz. Me voy bajo la parra a pensar mi vida, a revisar esos momentos que fotográficamente el recuerdo me acaricia. Mamita y yo contando las estrellas tiradas sobre la hierba, mamita sentada a mi lado mientras yo desafinaba el piano. Mamita y yo soplando las velas de mi torta de cumpleaños que sobre la base tenía un cartel que decía “torta de cumpleaños de Clarita”.Yo nunca pedí tres deseos, solo pedía uno, porque sacrificaba dos para que el uno que pedía tuviera más fuerza, y siempre era el mismo deseo: conocer mi panza- madre. Pero con esta muerte, muere también mi esperanza.
De todos modos, no me voy a tocar el piano, ni con la lectura, porque no busco desahogarme ni distraerme, sino hilvanar el entramado de mi historia simplemente recordando y escribiendo, quiero mirar hacia mí y dejarlo todo registrado.
Una fresca brisa me envuelve, me pongo las manos en los bolsillos y me gusta pensar que el viento y el tiempo traerán la respuesta.



© Irma Acuña

Octubre-08

® Birlibirloque

La televisión sigue prendida








No es lo mismo...
El ojo salvaje que un salvaje en el ojo.
La vie en Rose que Rosa en la vía.
Un pulmón de acero que acero en un pulmón.
Fumarte un cigarrillo que el cigarrillo te fume.
Comprarte una TV que la TV te compre.•

Eran muy ruidosas. La tarde está fría. Los albañiles se van terminado su día y el
camión sigue girando. Se fueron alegres.
La primavera asoma en los árboles. Tengo que ir al dentista.
Una señora toma café y sonríe, se va y me sonríe. Sonrisas. Tres jóvenes aunque no tanto se sientan próximos a la ventana.
Distraída saludo a Clelia. Se rompió la nariz. Textual.
Estoy con la boca abierta. Ya van dos horas. No sé quien soy con la boca abierta.
Soy una boca.
Pongo imagen de flores en la pantalla.
Me ocupo, me desocupo, me vuelvo a ocupar.
Es de noche y salgo a caminar. Como los gatos.
Llamó Hugo. Josefina ha muerto.
La televisión sigue prendida.•



© Carolina Menapace
® Birlibirloque

La do ble vi da de Me dardo










Dardo pedaleaba barranca abajo veloz como su deseo

Melina desde lo alto empequeñecía los ojos mirándolo alejarse ignorando su destino

Detrás de las ventanas deambulaban bostezos de tedio pegándose a los vidrios helados
de casas grises de calles angostas de pueblo perdido de seres incoloros

Dardo huía de las filosas miradas que acompañaban su raudo descenso

Viva era la urgencia …. de la otra dama que esperaba en un tibio lecho de

Dobles almohadas

La noche llevó en el viento los jadeos a la barranca alta



© Erica Schworer

® Birlibirloque

Del alto muro desolado pende un hilo




Desde lo profundo de la tierra
vibra un coro de lamentos.
Nadie oye.
Los que aún caminan, se empecinan
desenredando los hilos del presente.
No desean oír.
Enmadejan las tramas futuras.

Erráticas miradas sobrevuelan
las calles solitarias.
Cuentan sombras,
llevando el cordón de la memoria
a las tinieblas del olvido.

Pegado al terciopelo de la noche,
del alto muro desolado
pende un hilo
fugitivo de la vida.

Ha cesado el canto de los pájaros.
El horror cosió los labios.

Las manos extendidas,
vacías.





© Lidia A, González

® Birlibirloque

Mixtura











... la vida continúa con su bella y amarga sonrisa..

... marginada dejó de mecerse como palmeras....

...paralelas a la tierra, raíces retorcidas flotan...


.. gamas de colores, ventanas del alma...

...fluyen libres de ataduras...










© Maria Elsa Bravo

® Birlibirloque

La caja misteriosa







Siendo niña muchas cosas provocaban mi curiosidad, una era sin duda la caja que tenía mi hermana celosamente guardada en su dormitorio.
¡No se toca ni se abre¡ - ese mandato aumentaba más mi intriga por saber el contenido, es lógico “lo prohibido es lo más deseado”.
Una tarde escuchando a mi padre contar esos fantásticos cuentos o leyendas que iban desde las delirantes aventuras de Don Quijote hasta las prodigiosas hazañas de piratas o los increíbles hechizos del Mago Merlín, me relató uno que me dejó muy preocupada.
Empezó diciendo, en épocas muy remotas un Dios Griego trajo a la tierra una hermosa joven, dotada de los encantos que puede desear una mujer, belleza, sabiduría inteligencia, pero también la dotó de curiosidad.
Esa bella joven se llamaba Pandora, habitaba una casa muy confortable con jardines llenos de flores, sirvientes que la complacían en todo, pero el Dios que la trajo le recomendó que cuidara de una caja y que por ningún motivo la debiera abrir.
Pandora pasaba los días muy feliz, pero poco a poco fue creciendo en ella la curiosidad por conocer el contenido de la caja, finamente un día abrió la tapa para mirar dentro. En ese mismo momento escaparon de la caja una multitud de plagas, enfermedades y la envidia, la ira y la venganza.
Pandora se apresuró a cerrar la caja, pero ya era tarde, el contenido de la caja había escapado, una sola cosa reposaba en el fondo, esa era la esperanza. Por eso mientras tengamos esperanza, ningún mal puede derrotarnos completamente.

La historia contada por mi padre, me dejó una enseñanza.
Por más curiosidad que tenga por saber el secreto de otro (como el que guardaba mi hermana en la caja) remplazaré la curiosidad por esperanza.




® Remedios Pernas
3 / 11 / 08

® Birlibirloque

Apenas un eco










He olvidado la memoria.
Mis vestiduras de estrella.
Los atávicos encajes
de un sin fin de espejismos
amarrados a la vida.
Una garza crece en mi carne.
Sobre el agua clara las alas
vierten la figura blanca de aquella
que una vez fui
y nunca regresa.


Apenas un eco vuelve sobre la esperanza.

He olvidado la memoria.
Busqué los disfraces del cuerpo.
Un cristal cubierto de blondas
desdobla
misterios de arena y pájaros.

No reconozco
este cuerpo de plumas al aire.

He olvidado la memoria.
Le prohíbo el regreso al sentir.
Mi rostro aparece detrás de una máscara.

Las manos dibujan en silencio
el deseado milagro.
La herida cerrada.



© Cecilia Ortiz

® Birlibirloque