Por el placer de estar juntas hacemos juegos con palabras. Nos reunimos una vez por semana y entre café y cosas ricas, creamos letras en libertad.

jueves, 27 de agosto de 2009

Entre todas... siguiendo a los surrealistas...cadavereamos








infinitas puertas abiertas, en hilera sobre el horizonte

amenazante, lejano, inalcanzable

como amor ausente

de placeres se purificaba por las noches de luna

que brilla en la cerviz del toro negro que come luz

tinieblas y la luna galopando

a través del valle, florecido con guerras abundantes que fluyen alegres en el tiempo

un ente con piercing en el culo




© Birlibirloqueras
® Birlibirloque
Agosto 2009


Cadáver exquisito

Puedes hacer un "cadáver exquisito" si tomas una hoja de papel y escribes una oración y doblas la hoja para que no se vea lo que escribiste, en la parte doblada se escribe la última palabra de la oración y le toca el turno a alguien más. De esta forma poco a poco la hoja adquiere la forma de un acordeón; y una vez finalizada la práctica, se desdobla la hoja y se lee el texto completo.



Para Birlibirloqueras es hacer un una "dobladita" , asi lo bautizó Myrta

Mi patio









Miro desde lo alto
aún no estoy en esas constelaciones
ni meciéndome en el azul cráter de nuestra luna
allá abajo
mi centro de hogar- isla-hongo me espera con su patio de verdes.
El universo gira en su derredor, ojo de huracán, vértice de mi vida.
En él se conjugan misterios, eternos secretos,
dramas invisibles al ojo humano.
Espíritus de antaño sobrevuelan,
danzan a los sones del viento al ritmo del cantar de los ángeles.
Un caracol soñoliento
arrastra su morada dejando el brillo de su paso sobre las hojas de la enredadera
Un instante de abeja…liba una flor.
Una hormiga recorre presurosa buscando el rumbo perdido.
Golondrinas en rápidos vuelos gozan la tarde
mientras
voces de niños trepan, caen, se entrelazan con los pequeños gritos de la naturaleza.
Murmullo de ramas nuevas,
brotes verdes recién nacidos espían curiosos mirando al cielo.
Un colibrí nos visita en fugaz revoloteo
Dos álamos nos saludan devotos, atentos, mecidos por la brisa que ondula su altura
Coros de cotorras irrumpen la serenidad reinante.

¿ Cuantas historias podrá contar mi patio?

si algún día pasas por él siéntate en su centro y escucharás mi voz



© Erica Schworer
– 10/02/2009

® Birlibirloque

Un día burbujeante en la burbuja







Cremas, maquillajes, delineadores, rouges, pinceles, ruleros, espejos y cepillos desparramados por el tocador.
Un enorme ramo de rosas color salmón se yergue reinando e irradiando belleza en toda la sala.
Marilyn Monroe despliega seducción y glamour desde la inmortalidad del póster en la pared.
Las pantuflas rosas de taco con pompón abandonadas en el suelo. El mismo destino lo tienen la bata transparente, vaporosamente rosa con mangas de plumas de avestruz y el camisón escotado de raso rosado.
Jazmine toma un baño de espumas, mientras Janis Joplin aparenta una negritud que nunca tuvo desde el equipo de música.
Ducha breve, oleos fragantes se deslizan con suaves masajes a lo largo y ancho de su cuerpo esbelto. Cepilla la rubia cabellera que cae hasta la cintura.
Minifalda de jean, pulóver ajustado de hombros desnudos, colgante grueso y pesado de acero y oro.
Boca desmesurada que pinta de rojo, descubren sus dientes enormes y blancos prolijamente alineados.
Los ojos hermosos quedan perfectamente enmarcados con el correr del delineador, el rimel espesa largas pestañas.
Botas hasta las rodillas de cuero lustrado con altísimos tacos.
Uñas largas, cuadradas prolijamente rojas en dedos delgados, en manos grandes, donde lleva a Mumi, su caniche toy teñida de rosa, con dieciséis uñitas pintadas de rosa, con moño de estrás en cogotito y ladrido nervioso, también lleva las llaves del coche, un bolso de cuero grande y costoso.
El ruido metálico de los largos aros acompaña el bamboleo de caderas y una estela de aroma exquisito va quedando camino al coche.
Anteojos y velocidad.
Así comienza una actividad puntillosamente pautada que va sumando flashes, fotos profesionales, poses inquietantes, entrevistas impertinentes, ramo de flores, almuerzo light de trabajo, para continuar con baño de luz en cabellera, cama solar, manos, pies, depilación, peluquería canina, grabación de una publicidad, besos efusivos a desconocidos, autógrafos, coche y retorno a casa.
Por fin el día termina con cena y TV en la cama con Mumi.
Mañana la espera nuevamente un torbellino de actividad, fragancias y coqueterías.
Sólo queda un llamado telefónico importante pautado con antelación que Jazmine realiza.
Pega grititos adolescentes de alegría, está contenta y festeja lo que su médico le lee del otro lado del teléfono:” No hay evidencias radiológicas de alteraciones patológicas” en su estudio prostático.




© Irma Acuña
Julio 07
® Birlibirloque

El sueño







Mi sueño es un sueño recurrente, repetido, con algunas variantes que me acontece donde sea que me encuentre.
En el sur. En el norte. Temblando de frío, a veces. Exhausta de calor, otras…
En etapas de la vida disímiles. Tanto si estoy feliz, o si todas las peripecias posibles me agobiaran…
Será mejor ir directamente al punto.
Soy una mujer madura, me llamo Delia, y debo confesar que ir a la cama, por las noches, es uno de mis mayores placeres.
Una almohada suave y obediente, un buen libro (de los que no se abandonan por la mitad), una copa de licor…Bueno, bueno, creerán que soy una sibarita. Nada de eso. Cuando el pícaro sueño viene, y a menudo no fácilmente, llega y desata una conmoción en mí:
Me encuentro en una casa. Grande, con muchas habitaciones, donde vivo hace largo tiempo… de pronto caigo en la cuenta que hay una parte de la casa que está cerrada, que nunca me ocupé de ver o revisar. Que estoy segura que tiene o tenía muebles blancos, sillas tapizadas de pana roja… y que es insólito que nunca abriera esa puerta. Aunque más no fuera por curiosidad…
Entonces comienza la búsqueda… Escaleras al sótano: nada. Escaleras al altillo, tampoco. La puerta de hierro con candado, es falsa. No lleva a ninguna habitación
Angustiada me despierto. Me pongo una bata y comienzo a recorrer la casa. Me es desconocida. Cada puerta que atravieso me resulta extraña. Jamás vi esos cuadros que penden de las paredes… Y nunca se me hubiera ocurrido tener una alfombra roja en el cuarto.
Me siento conducida por una fuerza extraña nuevamente a la cama. Otra vez en la frontera del sueño, busco obsesivamente la parte olvidada de la casa. Pero esta vez, comienzo la búsqueda desde la calle.
Camino por la vereda arbolada y enfrento una puerta alta de madera que me recuerda la casa de mi infancia. Tiene un llamador de bronce. Golpeo repetidas veces y sólo el silencio me responde.
El empedrado de la calle brilla con la luz de las farolas.
Está lloviendo y el frío penetrante atraviesa mi cuerpo…
Despierto estremecida. Echo una mirada a mí alrededor escudriñando esa puerta misteriosa, extraña, que busco en la frontera del sueño…
Es que necesito saber qué perdí, qué oculté o qué olvidé tras esa puerta.



© Lidia A. González

® Birlibirloque

Cazadores de estrellas







Llegó una noche de tormenta pidiendo albergue, lo recibieron porque no es de cristiano dejar a nadie bajo la lluvia. Entró pidiendo permiso sacudiendo el sombrero empapado. Llevaba un sobretodo raído, zapatos gastados, una bolsa de lona y una caja de pintura.
Una vez en la cocina antes de sentarse cerca del fuego, se quitó el abrigo, abrió la bolsa, sacó un trapo y se lo pasó por la cara y el pelo. Su rostro era enjuto, sus ojos negros brillaban bajo los párpados entre cerrados. Comió con avidez el café negro remojado con pan y un pedazo de queso que le sirvieron, porque la hora de la cena ya había pasado.
Lo acomodaron en el cuartito del tío Emilio que ya no estaba. Tenía solo una cama, una mesa, una silla, un ropero viejo y una mano de cal en las paredes. Al otro día tendió sobre el alambre tejido la ropa húmeda y puso la caja de madera sobre la mesa de la galería diciendo que era pintor.
El dueño de casa le preguntó hacia donde iba, respondió que al monasterio de las sierras.
-¡Ah!-dijo el hombre y tomando una pala se fue al campo a carpir los surcos. Secándose las manos en el delantal a cuadros la mujer inquirió curiosa
-¿Y qué pinta?
-Mayormente imágenes, a veces retratos.
Ella se quedó un momento en silencio y luego preguntó con timidez-¿No quiere hacerle uno a Juanita?- señalando a una niña que saltaba la cuerda cerca de él. Asintió con la cabeza, abrió la caja, sacó papeles y lápices ¿La llamo? Preguntó la madre.
-No, déjela nomás- hizo unos trazos, la mujer ansiosa se inclinó sobre su hombro, él le echó una mirada oblicua y ella se retiró a la cocina.
Al mediodía le alcanzó la hoja, ella la miró con atención, rió complacida y la colgó con una chinche en la puerta del comedor para que su marido y su hijo la viesen al volver de trabajar. Era un bosquejo, se la veía con la cuerda en la mano, mirando al pintor con expresión seria, los ojos muy abiertos y la boca fruncida.
A la tarde volvió a llover y al otro día aclaró. El pintor parecía no tener prisa, sentado a la mesa comía con apetito, después se acomodaba en la galería, sacaba una hoja y se ponía a dibujar.
Los integrantes de la familia seguían con sus quehaceres, el padre en el campo, la madre acomodando la casa, el hijo con los caballos, dándoles el morral, cepillándolos, poniéndoles la montura. Solo la niña jugaba brincando por todo el patio; cazaba estrellas y las ponía a hervir con grillos en una ollita en la intención de hacerlas cantar.
El pintor se fue quedando y por respeto nadie le decía nada. Empezó a pintar las paredes encaladas del cuartito, de sus pinceles surgían figuras de niñas y de caballos que cruzaban un cielo estrellado. Entraba sigilosamente y cerraba la puerta para que nadie viera lo que estaba haciendo.
A veces, después de cenar el matrimonio iba a sentarse al patio; una noche luminosa vieron cruzar raudamente por el espacio un jinete en un caballo oscuro. ¿Viste eso? Preguntó el hombre casi sin voz.
-Si, lo ví, ¡Qué extraño!- apabullados por la aparición entraron la dormitorio sin decir nada y trancaron bien las puertas.
La noche siguiente volvieron a sentarse a mirar el cielo, expectantes, temerosos, como si esperasen algo sobrenatural, después de un largo rato, cuando juntaban los sillones de mimbre, les pareció ver pasar la silueta de una niña vestida de blanco, volando como una paloma, con el cabello rubio alborotado y los brazos extendidos hacia delante. La mujer entró asustada y corrió hasta la cama donde estaba Juanita, la niña dormía con una leve sonrisa y una mano bajo la mejilla, fue hasta la cama del hijo y lo halló durmiendo profundamente. Pensativa se puso el camisón y le prendió una vela a la virgen rogándole que los protegiera de cualquier mal.
La mañana siguiente hallaron la puerta del cuartito abierta. El hombre había desaparecido con su bolsa y la caja de pintura. En la pared blanca la figura de la niña y la de los caballos se estaban descascarando y caían a pedacitos como una lluvia sobre la mesa y el piso de baldosas rojas.



© Myrta Zweifel

® Birlibirloque

Suspendida en el abismo








Mirando hacia abajo me balanceo…Camino
Sobre la arista misma del tiempo y el espacio
buscando el sentido de algo, que aun no pasó.

El súbito relámpago de los parpados
tan tibios como solemnes, me empujan un paso más
y las tinieblas me hacen temblar.

El viento gélido ya no roza mi piel
simplemente congela
el sentido inmenso del olvido.

El frío extremo de los glaciales
la eterna memoria, me acompaña
suspendida en ese instante

reviviendo el amor abandonado
espero, con anhelo
que tu mano me acaricie





® Remedios Pernas


Pablo y Abu
17 / 8 / 09

© Birlibirloque

Tres árboles ...










Tres árboles cubrían la casa pequeña
como el sueño de la luna
que miraba la brisa,
que hamacaba la cuna
Mujeres,
con ojos que son negros carbones,
el papel incoloro,
los rastrojos quemados.
Tejen, polvo del camino,
no tornará la primavera de tu vida,
se esconde en las barrancas.
Una fuente turbia, con quietos remansos,
el cielo es de ceniza, los árboles son blancos.
Manta, sin ramaje
el remanso dormido en el atardecer,
tendrás por verdes canas las ortigas,
que un día llevará con tristeza la corriente,
serás nidal de ranas y de hormigas,
llevarán, el sonido en un gris rojizo,
la esquila del rebaño,
la noria materna acabará el rosario.
A la orilla,
el verde de la fronda no será la mágica risa,
ni verás la sementera florecida del monte arrugado,
ni el bastón de un lucero,
has caído en el espejo,
te vi descender,
la corriente te acurrucó en el río.


© María Elsa Bravo

® Birlibirloque

Reflexión apurada









“mientras cose, una madre descubre que su hijo ha madurado” … lee Alejandra quedando a continuación con la mirada vuelta hacia adentro. Luego sonríe irónicamente diciéndose:
Debe ser que no me di cuenta por eso, porque yo no sé coser.… Es tan sutil la forma en que el tiempo va transformando los rasgos, los gestos, la voz, el pensamiento y tan apurados los días llenos de minucias cotidianas, de breves charlas, de horarios apremiantes que no me puedo acordar cuándo Francisco dejé de ser niño.
¡Claro que yo disfrutaba viéndole crecer el bigote, usar zapatillas cada vez más enormes y hacerse un genio en la computadora! Todo regado con prisas, citas y amigos a granel.
Y en ese mismo espacio, mis manos antes tersas y delgadas se volvían más gruesas, con algunas manchas. Las venas, ahora más visibles se abrieron camino hacia mis dedos, dibujando mapas azules. Y el anillo de oro, que una vez me colocó Juan en el dedo, se ve pequeño.
Vuelvo a pensar en la frase de García Márquez, “mirando mis manos descubro que mi hijo ya es un hombre”.



© Carolina Menapace

24-06-09

® Birlibirloque


Retamas





Porque yo, siendo coplero
de ser Rafael Alberti
pasé a ser Juan Panadero.

Rafael Alberti




Sonríe y no
sólo deja bajo el sombrero
marrón
pura sombra iluminada
por el bronce de su voz.
Largo el cuerpo, finas manos
angosto
su apretado cinturón
y manchados sus zapatos
en blanco, verde
y granate.
Detrás de él van sus versos
delante
la realidad de los tiempos
que todos viven
y él canta.

Él, sonríe y no
a los ojos
oídos y vacías palmas.
A su paso los balcones
se abren
y ávidos le claman .
Muchos saben lo que él sabe
y dejan ante sus puertas
varas de floridas
retamas.
Toda la gente sonriendo
en ciudades y campaña
paga el pan
al Panadero
que sin harina
se amasa.



© Cecilia Ortiz

® Birlibirloqe