Por el placer de estar juntas hacemos juegos con palabras. Nos reunimos una vez por semana y entre café y cosas ricas, creamos letras en libertad.

viernes, 2 de julio de 2010

El pájaro enjaulado








Yo amaba a esa muchacha que sentada al sol en su pequeño jardín, tejía plácidamente una carpeta al crochet.
La quería porque nunca trató de atraparme, solo lo hizo un tórrido día de verano en que siendo casi un pichón caí medio muerto al pie del duraznero, ella vino en mi auxilio y con mucha paciencia a pesar de mi resistencia me tomó entre sus manos y me depositó adentro de una lata con agua que había colocado en la horqueta del árbol, para los pajaritos.
Bebí con desesperación, me di un baño aleteando y luego esponjé mis plumas posada en una rama..
Desde ese día volvía al jardín todas las tardes porque ella me llamaba diciéndome ¡Filomela.....
Siempre llegaba por detrás de su cabeza rozándole el pelo con un ala, ella reía y yo después de picotear un trozo de grasa que dejaba colgado de una rama del duraznero, me posaba en las ramas bajas de un jazmín cambray y la escuchaba atentamente cuando me leía en voz alta la historia de Progne y Filomela, dos hermanas convertidas por los dioses para salvarlas de un rey malvado, una en calandria y la otra en golondrina.
Nuestro amor era un amor distante y respetuoso, jamás trató de atraparme y yo caminaba por el pasto con mi paso alerta y ligero. Me dijo que se llamaba Pomona, como la primavera; yo desgranaba para ella las más bellas melodías de mi repertorio ¡Cómo reía al oír mi canto y las imitaciones que hacia de las demás aves canoras!
Ya no nos veremos más, un alma cruel me sorprendió y me encerró en esta jaula sin saber que una calandria no puede vivir en cautiverio.
Ahora voy a morir, pero después volare libre hasta ella, para acariciar sus rizos con un ala y quizá la oiga murmurar dulcemente ¡Filomela…!.



© Myrta Zweifel
Olivos
® Birlibirloque

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