Por el placer de estar juntas hacemos juegos con palabras. Nos reunimos una vez por semana y entre café y cosas ricas, creamos letras en libertad.

jueves, 23 de julio de 2009

Metamorfosis






Aquél niño poseía un don especial, algo de lo que otros niños carecían, quizás una sabiduría antigua, de otras vidas…

Cuando percibía el galope de los caballos era como si él mismo lo fuera… acompasaba la respiración y atravesaba enloquecido leguas y leguas de caminos… Era un centauro.

Cuando conoció el mar, quiso ser pez. Nadó y nadó hasta que de su garganta florecieron branquias rojas como el coral, y los ojos color canela se convirtieron en agua verde y se hizo imposible acariciar sus filosas escamas… El canto de una sirena embelesó sus días y sus noches.

De puro curioso siguió a un topo a su madriguera. En la oscuridad, sus pequeños ojillos se agrandaron desmesuradamente.
Sus incisivos crecieron al unísono de las uñas de manos y pies… Y horadó la tierra, olisqueando todo lo bueno y lo malo que ella guarda en sus entrañas.

Tendido sobre la hierba durante largas horas, contemplaba las nubes mecidas por la brisa en interminable desfile, observando los pájaros ir y venir…

Una tarde se irguió con decidido impulso: Caminó y caminó hasta la cima de la montaña, y ebrio de aire puro, se echó a volar. Con dificultad al comienzo, gozoso después, imitó el movimiento de las aves y desapareció en el horizonte…





® Lidia A. González

© Birlibirloque

1 comentario:

Anónimo dijo...

Que bueno, Lidia. Qué bueno!