Por el placer de estar juntas hacemos juegos con palabras. Nos reunimos una vez por semana y entre café y cosas ricas, creamos letras en libertad.

martes, 19 de febrero de 2013

Mis tardes con María Elsa








 

María Elsa, es enfermera jubilada, es un ángel de ébano, está internada en la sala de cuidados intensivos del Sanatorio Güemes.
Hemos pasado muchas tardes juntas, en el taller de escritura, desde hace más de diez años.
No sé cómo han pasado los años. Ella, siempre con la misma sonrisa, nunca un papel ordenado, siempre buscando en su bolso los cuadernos que se desarman de tanto andar junto a ella.
Siempre cuenta historias, hermosas historias, o alguna vez se entrega con un poema,
un poema hecho por ella. Muchas veces contando las pequeñas historias de sus pacientes
pequeños cuando era enfermera y trataba niños con enfermedades terminales.
En el Hospital de Clínicas y en el Hospital de Niños. Los dos en la ciudad, insensible y
enorme que es Buenos Aires.

Ahora mis tardes con ella son diferentes, dos jueves seguidos, desde que supe que está
internada. Y otros dos no tan juntos.


 Voy a verla, entro sonriendo y ella está de viaje por las nubes o las estrellas, reuniendo flores en los jardines invisibles.
Hablo y hablo y hablo. Le hablo. Le cuento del taller, le digo que Coco, su perro,
está afuera esperando que alguien se descuide para entrar, que las chicas, las birlis
(el grupo se llama Birlibirloque) le envían besos y abrazos, que todas la queremos
mucho y que la extrañamos, y que me tocó a mi en suerte, ir a visitarla.

Eso, el primer jueves.
El segundo jueves, la visita es distinta, llevo el libro Aún no está todo dicho,
que publicamos entre todas, para leerle sus cuentos y poemas.
(Esto me lo sugirió Irma que es otra birlibirloquera, psicóloga de pacientes terminales).
Y leo  en voz alta, tocando su frente cada tanto, rozando su hombro, haciendo un pellizco
en la nariz.

También leo un texto de cada birli. Ninguna señal de nada. Las flores en los jardines
invisibles la tienen atrapada.

Le cuento las enfermeras la historia de María Elsa enfermera, abuela, escritora, amiga,
solidaria.

Dejo el libro sobre la mesita y siento que estamos todas juntas, como cuando
trabajamos en el taller o cuando festejamos algún cumpleaños o simplemente festejamos.
Y le digo que lo dejo a su lado y que todas estamos ahí. Recién tomo conciencia que he salido cuando me desplomé en un taxi rumbo a mi curso.


 Otro jueves que leo, sin que se note ningún cambio en los monitores, sensibles a cualquier modificación, sea de dónde sea. Las enfermeras me señalan el libro y dicen que lo deje en la mesita, que allí está, y estará. Por el pasillo hacia la salida me parece oír que me llaman. Regreso. Nadie me ha llamado. Una enfermera me acompaña hasta la puerta. Ya se ha pasado la hora de visita.
El taxista me mira y pregunta: se siente bien?
No sé cómo me siento.
Y hablo de mis visitas, de mi amiga, de su vida. El chofer dice que lo que le cuento le hace sentir que la vida es diferente. No comprendo bien. Me explica. Cuando bajo me dice que el viaje es un regalo. Como el regalo que le hice yo. No, le digo, usted está trabajando. El trabajo no se regala.

 Han pasado tres jueves. La espera es larga, hay una emergencia y queda poco tiempo para la visita. María Elsa está bellísima. El cabello blanco rodea su rostro moreno. Plácida. Le digo que deje de buscar flores en los jardines que están lejos.
Leo, otra vez leo. Sus poemas. El tiempo no da para más.
Le digo que el libro está sobre la mesita, como siempre.  
Y allí me quedo dentro del libro y junto a ella. Y así seguiré hasta que nos encontremos
y  podamos mirarnos a los ojos y seamos pura sonrisa en el abrazo.


 

© Cecilia Ortiz

® Birlibirloque

1 comentario:

Reme dijo...

Bueno, que decir todo cierto...nuestro amor a Maria Elsa está fuerte con raíces de amistad de momentos imposible describir.
Vos Profe--Amiga sabes de cada una el pensamiento, eramos ocho cucha ritas cazando un jabalí, ahora quedamos menos pero igual llenas de ganas de agárranos de las manos y darnos fuerza para seguir escribiendo sobre LO VIVIDO-- LO OBSERVADO Y LO ¡IMAGINADO! y con su inconfundible ADELANTE!