Por el placer de estar juntas hacemos juegos con palabras. Nos reunimos una vez por semana y entre café y cosas ricas, creamos letras en libertad.

martes, 5 de abril de 2011

Mañana




Mi familia insiste en que use los anteojos, el oculista, también, yo me resistía. Hoy tomé la decisión. Regresaba de trabajar, a las seis de la tarde. En la estación tomé un taxi. Con el otoño se van acortando los días , caminar las ocho cuadras hasta casa, como lo hago en verano, ya no me gusta. Distraída, miraba las casas, las siluetas en las ventanas. Recordé que no había repasado la pintura de los labios y con el lápiz nuevo les di forma otra vez. No me animé a pedirle al conductor que encendiera la luz, con el espejo de la polvera y las luces de las esquinas me arreglé bien. Los labios quedaron perfectos, mi boca se tornó atrayente; me vi extraña. El auto se detuvo, el chofer sonrió y dijo con voz de telenovela antigua: Cuando me necesite llame a la parada, mi número es el nueve. Pagué rápido, incómoda. En la penumbra de la vereda me repuse de la tensión. En casa estaban los alumnos de mi hermana, hice un repaso al peinado. No pude entrar, la llave estaba puesta. Se abrió la puerta y la luz me dio en la cara, entré sonriente. Iba hacia la cocina cuando mi hermana me detuvo: ¿Qué hiciste? Me vi en el espejo, no supe qué decir. Parecía la azafata del tren fantasma. Mis labios estaban pintados con el delineador negro de los ojos. Me puse roja de vergüenza, entré al baño. Fregué la boca con jabón recordando la infancia. Los retos de mamá cuando me descubría. Con la piel tirante, descolorida parecía aquella chica asustada. Reí. Cuando todo estuvo en silencio y los alumnos de mi hermana se habían ido, fui a buscar los anteojos a mi cuarto; delante del espejo , con las luces encendidas, pinté mis labios. Desde la cocina llamaron. Antes que preguntaran dije: Los lentes están sobre la mesa de luz. Mañana los uso.


© Cecilia Ortiz
® Birlibirloque

No hay comentarios: