Por el placer de estar juntas hacemos juegos con palabras. Nos reunimos una vez por semana y entre café y cosas ricas, creamos letras en libertad.

jueves, 27 de agosto de 2009

El sueño







Mi sueño es un sueño recurrente, repetido, con algunas variantes que me acontece donde sea que me encuentre.
En el sur. En el norte. Temblando de frío, a veces. Exhausta de calor, otras…
En etapas de la vida disímiles. Tanto si estoy feliz, o si todas las peripecias posibles me agobiaran…
Será mejor ir directamente al punto.
Soy una mujer madura, me llamo Delia, y debo confesar que ir a la cama, por las noches, es uno de mis mayores placeres.
Una almohada suave y obediente, un buen libro (de los que no se abandonan por la mitad), una copa de licor…Bueno, bueno, creerán que soy una sibarita. Nada de eso. Cuando el pícaro sueño viene, y a menudo no fácilmente, llega y desata una conmoción en mí:
Me encuentro en una casa. Grande, con muchas habitaciones, donde vivo hace largo tiempo… de pronto caigo en la cuenta que hay una parte de la casa que está cerrada, que nunca me ocupé de ver o revisar. Que estoy segura que tiene o tenía muebles blancos, sillas tapizadas de pana roja… y que es insólito que nunca abriera esa puerta. Aunque más no fuera por curiosidad…
Entonces comienza la búsqueda… Escaleras al sótano: nada. Escaleras al altillo, tampoco. La puerta de hierro con candado, es falsa. No lleva a ninguna habitación
Angustiada me despierto. Me pongo una bata y comienzo a recorrer la casa. Me es desconocida. Cada puerta que atravieso me resulta extraña. Jamás vi esos cuadros que penden de las paredes… Y nunca se me hubiera ocurrido tener una alfombra roja en el cuarto.
Me siento conducida por una fuerza extraña nuevamente a la cama. Otra vez en la frontera del sueño, busco obsesivamente la parte olvidada de la casa. Pero esta vez, comienzo la búsqueda desde la calle.
Camino por la vereda arbolada y enfrento una puerta alta de madera que me recuerda la casa de mi infancia. Tiene un llamador de bronce. Golpeo repetidas veces y sólo el silencio me responde.
El empedrado de la calle brilla con la luz de las farolas.
Está lloviendo y el frío penetrante atraviesa mi cuerpo…
Despierto estremecida. Echo una mirada a mí alrededor escudriñando esa puerta misteriosa, extraña, que busco en la frontera del sueño…
Es que necesito saber qué perdí, qué oculté o qué olvidé tras esa puerta.



© Lidia A. González

® Birlibirloque

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Muy bueno, Lidia. Muy bueno!



A.E.
(El admirador enmascarado)

Birlibirloqueras dijo...

Besos biribirloqueros para Admirador Enmascarado.