Por el placer de estar juntas hacemos juegos con palabras. Nos reunimos una vez por semana y entre café y cosas ricas, creamos letras en libertad.

viernes, 2 de enero de 2009

Recuerdos de la mano





Había solo algunas personas, el día soleado, los árboles altos se alzaban firmes hacia el cielo azul de febrero, era la primera vez que entraba en uno de esos lugares.


No comprendía bien que se hacía en ellos, pero el padre sostenía su mano, sentía que no estaba tan sola. Era el día en que tenía que despedirse de su madre le dijeron, ese iba a ser el lugar donde ella descansaría.

Era tan alta que para ella que era pequeña, apenas 6 años , tenía un tamaño tal que desde su óptica podía ser la puerta para un gigante. La madera oscura , lustrada la hacía más imponente. Recuerda cuando estaba parada frente a ella los domingos a la tarde
hasta el sábado de la semana siguiente. Apretaba la mano grande y cálida que oprimía la
suya. La tristeza era infinita, no había quejas, sólo tristeza. Años más tarde supo que la de
él era mucho mayor. Dejaba a su única hija, a su única familia, a todo lo que tenía detrás de esa puerta.

Sentada en la confitería la señora hablaba animadamente. Ella podría ser
su futura madre pensó. Su padre le había dicho que estaba buscando una mamá que se ocupara de ella así no tendría que estar más toda la semana en el colegio. Ese fue el primer encuentro con una de las señoras que contestaban al aviso publicado en el diario alemán “Freie Presse” , “ viudo alemán de 45 años con una hija de 6 años busca relacionarse con señora con fines serios” . Al terminar la entrevista el padre no tuvo que preguntarle nada porque la niña dijo “esta mamá no me gusta” . El padre tomó su mano, se sintió apoyada.


Recuerda que la casa era muy grande, desde la habitación veía un patio con muchas macetas pero no podía salir. Estaba enferma, le dijeron que tenía escarlatina. Esa señora que la cuidaba día y noche, era buena , le gustaba. No podía volver al colegio hasta que se curara. Quedó allí un tiempo largo.

Una tarde su padre le contó que se iba a casar con ella porque los quería a los dos. La niña aceptó de buen grado.

Nunca había estado en la playa, esas vacaciones fueron únicas. Los tres estaban de luna de miel.

Ahora la niña podría caminar de nuevo sostenida por dos manos.


© Erica Schworer –
12 de abril de 2007

® Birlibirloque

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Erica, me han dado ganas de tomar a esa niña de la mano.
Me has dado una caricia en el alma. Aunque duela un poco.
Un abrazo.

A. C.

Anónimo dijo...

¡QUE HISTORiA¡
Cuantos niños quisieran tener una parecida, dichosa esa niña que encontró amor de madre supongo que eso la marcará para siempre y será capaz de dar amor
Un cariñoso saludo
R. P.